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PANORAMIKA

Hacer visible lo invisible

Algunas de las pinturas que forman parte de la serie «Los diez mayores», de Hilma af Klint, y representan las etapas de la vida. (Oskar Matxin Edesa | FOKU)

Entendemos el arte como un posible canal de comunicación y las obras contienen un mensaje abierto que queda a la libre interpretación del destinatario final. A través de un uso simbólico de los elementos, podemos llegar a descubrir cuál fue el contexto de creación de la obra y de qué referencias y teorías bebe. Las y los artistas pueden emplear ciertos códigos que funcionan como guiños hacia experiencias vividas. Por qué no, el arte puede plantearse como un canal de entrada a otra dimensión que conecta con una realidad superior. De esta manera entendía el arte la protagonista de este artículo, Hilma af Klint (1862-1944).

“Hilma af Klint: Una pintura del futuro”, se puede visitar en el Museo Guggenheim de Bilbo hasta el 2 de febrero. Se trata de una retrospectiva con más de 120 obras de la artista sueca, las cuales son testimonio de la profunda espiritualidad de af Klint y de su búsqueda de una conexión con el mundo invisible. La artista estudió en la Real Academia de Bellas Artes sueca y tuvo una formación clásica; igualmente en su casa tuvo acceso a conocimientos de astronomía o matemáticas y siempre mostró mucho interés por la naturaleza. En paralelo, Hilma, dado su acercamiento al esoterismo y el misticismo, participaba junto con otras cuatro mujeres en sesiones de espiritismo, algo de moda en la época y que no estaba reñido con la investigación científica. En estas sesiones practicaban el dibujo y la escritura automática y ella como médium recibió el encargo de pintar las “Pinturas para el templo”, serie de más de 200 obras que le llevó años realizar y que estaban destinadas a ocupar el interior de un templo en espiral que jamás fue construido.

Las pinturas de af Klint son a menudo abstractas y simbólicas, llenas de formas geométricas, colores vibrantes y motivos recurrentes como la flor de la vida, el pentagrama y el círculo. Es frecuente ver en su obra dualidades y mundos contrapuestos que se unen y estas ideas conectan con la filosofía teosófica que considera que todo tiene un origen común. Una de las series más importantes que realizó fue “Los diez mayores”, diez pinturas de gran tamaño realizadas al temple sobre el suelo. Estas pinturas muestran las cuatro etapas de la vida: niñez, juventud, madurez y ancianidad. A través de sus pinturas, af Klint nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la realidad, la espiritualidad y el poder del arte para transformar nuestra percepción del mundo.

La obra de Hilma permaneció escondida durante más de 40 años. En primer lugar fue una decisión propia, ya que consideró que la sociedad no estaba preparada para entender su obra y dejó escrito en su testamento que no se abriera hasta pasados 20 años de su muerte. Sin embargo, una vez su obra fue descubierta, sufrió los estigmas ligados al hecho de ser una mujer artista y además esotérica, por lo que fue apartada de numerosas exposiciones sobre arte abstracto. Afortunadamente esto ha cambiado muy recientemente y hoy podemos disfrutar de su trabajo en el Guggenheim de Bilbo.