7K - zazpika astekaria

El final, el origen

Portada del cómic «All-Star Superman», trabajo sobre el que se ha basado el director James Gunn para realizar esta adaptación cinematográfica.

Cuando el lenguaje del cine nos parece agotado, es hora de volver a la fuente. Lo comento en referencia al tráiler del “Superman” de James Gunn, un avance repleto de personajes y entrecruzado por tonos de lo más dispar, cuyo barroquismo se ha interpretado como una falta de ideas o de norte. Volvamos a la fuente. Para la adaptación de “Superman”, James Gunn (que se pasó al bando DC con La Liga de la Justicia, después de “Guardianes de la galaxia”) dice haberse basado principalmente en el que, en mi opinión no-tan experta, es el mejor cómic del Hombre de Acero: “All-Star Superman”, escrito entre 2005 y 2008 por Grant Morrison, con dibujo de Frank Quitely y color de Jamie Grant. Un all-star (“selectos y mejores”) de veras, magnífico pantocrátor para el Atlas de DC.

Un pantocrátor, primero porque en el cómic “Superman” se erige desde la página uno como el ser más poderoso del universo, el héroe sin enemigo posible. Asaltarán la Tierra una tropa de monstruos gigantes dracónidos, de extraterrestres devoradores de tiempo e incluso las hordas de Bizarro, un villano en plaga que arrastra todo lo vivo a un infierno del absurdo para enfrentarlo con copias gangrenosas de sí mismo. También Solaris, un sol artificial que llega para destruir el planeta. Ninguno supone demasiado problema para el nacido en Krypton, quien, además de músculo, cuenta con toda la ayuda, la humana y post-humana (el brillante y excesivo futuro que diseñaron Morrison y compañía es digno de los más brillantes trips sci-fi).

Solo una sola condición devuelve a Superman a la humanidad más frágil y finita. En este aparato maximalista, hay una grieta que lo marcará todo. Fíjense en la portada del álbum: el Hombre del Mañana nos devuelve la mirada, ceja arqueada. Su pose es meditabunda pero socrática, conforme. Metrópolis a sus pies, bajo la luz tibia e impermanente del amanecer. Se trata de un momento fugaz pero congelado en una imagen preñada de lecturas, que solo emergen de entre el minimalismo. ¿Esta cubierta os parece propia de los fuegos artificiales habituales del cómic de superhéroes made in USA?

Y así, “All-Star Superman”, con sus increíbles dispositivos de fantasía, encuentra su sentido en los momentos de silencio. Como cuando Superman detiene una espitada persecución en el aire para abrazar a una joven a punto de lanzarse al vacío desde una azotea. En dobles páginas de una colosalidad silenciosa, planetaria. O en cómo Morrison transforma toda la vida de Clark Kent en apenas un haiku de cuatro viñetas y seis palabras. Algunos de los blancos entre cuadros apelan a la profundidad simplísima del corte entre hueso y nave de “Una odisea en el espacio”.

En fin, leed “All-Star Superman”, y luego ved la película. A la licencia del superhéroe le quedan diez años. Esperemos que también este sol brille más antes de morir.