DEC. 14 2025 PANORAMIKA Crear mitos Fotograma de la instalación audiovisual «Desmayos», de Sky Hopinka, que nos acerca a la cultura de los pueblos indígenas y se puede ver en el Museo Guggenheim de Bilbo hasta el 20 de febrero. (Cortesía del Museo Guggenheim de Bilbo) Iker Fidalgo {{^data.noClicksRemaining}} To read this article sign up for free or subscribe Already registered or subscribed? Sign in SIGN UP TO READ {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} You have run out of clicks Subscribe {{/data.noClicksRemaining}} La imagen tiene la capacidad de interpelarnos de manera directa. Si bien somos conscientes de la sobreexposición que sufren nuestros cerebros tras la revolución digital, aún hay maneras de captar nuestra atención y de sorprender a nuestra percepción. El arte contemporáneo, entre sus múltiples hibridaciones disciplinares a lo largo de su evolución, hace tiempo que se alió con la imagen en movimiento. De ese binomio surgieron ramas como el cine experimental, el cine expandido o el videoarte, que han tenido su desarrollo espacial en forma de video instalaciones e incluso proyectos performáticos. De nuevo, las fronteras se difuminan y la proyección de imagen y sonido adquiere una presencia física que habla lenguajes escultóricos y arquitectónicos. La exposición que reseñamos hoy se desarrolla formalmente desde estos planteamientos aportando además un relato que se va desentrañando conforme avanza el metraje. A mediados del pasado septiembre, el Museo Guggenheim de Bilbo inauguró, dentro de su programa Film & Vídeo, una instalación audiovisual titulada “Desmayos”. Tras este nombre está la firma de Sky Hopinka (EEUU, 1984). Hopinka trabaja el cine experimental y el documental y pertenece a la nación Ho-Chunk, una de las tribus indígenas reconocidas a nivel federal en Wisconsin. “Desmayos” se adentra precisamente en la investigación sobre una planta medicinal utilizada por el pueblo del que desciende. La denominada “planta fantasma” o “planta cadáver” se utiliza para despertar a una persona tras un desmayo y se vincula con el ciclo de la vida y la dimensión espiritual. Para su pieza, Hopinka ha creado un mito que explica el origen de este uso y de su relevancia cultural. Una suerte de mitología moderna que compone un relato afín a una narrativa contemporánea. La pieza es un cortometraje de unos diez minutos que se expone en tres canales o pantallas. La primera intención del artista es crear un entorno proclive a una inmersión mayor que lo que supondría enfrentarse a una pantalla en la manera habitual de consumir el audiovisual. El protagonismo de la narración recae sobre un poema con el mismo título, que aparece con una caligrafía manuscrita en el encuadre. Ninguna voz en off lo lee, la lectura forma parte de la responsabilidad de quien lo ve y resuena en nuestra voz interior. El texto no es el elemento principal. La pieza comienza con unos juegos de luces que rozan la abstracción o lo onírico para llevarnos a paisajes que nos parecen reconocibles. El sonido comparte protagonismo, a veces desde un papel más atmosférico o inmersivo o a veces como una banda sonora. De cualquier manera, se desarrolla de manera paralela conjugándose con lo que vemos en las proyecciones. La obra nos acompaña a un mundo propio del que acabamos siendo parte y pensando, como dice el poema, “...en aquel lugar del que una vez me hablaste, en la bifurcación del río, con los robles, mientras el cielo se vuelve rojo”.