«A los presos políticos se les aplican medidas inhumanas»
Fue arrestado el 14 de noviembre junto a su novia cuando ambos se dirigían a un piquete en el barrio de Vallecas. Y ha permanecido en la cárcel hasta el pasado 9 de enero. Su caso se ha convertido en símbolo de la extensión de la excepcionalidad represiva vasca a las protestas sociales que se repiten en el Estado español. Ahora se encuentra a la espera de juicio, con una petición de entre 4 y 8 años de prisión.
«Soy un joven de Vallecas de toda la vida». Así se define a sí mismo Alfonso Fernández, arrestado durante la huelga del 14N y encarcelado en Soto del Real durante más de un mes. Su caso ha puesto de manifiesto cómo las leyes de excepción que se aplican en Euskal Herria también se han vuelto contra la población que protesta en el Estado español. Y también ha ayudado a tejer complicidades a la hora de luchar contra la represión. Parte de su familia estuvo presente en la marcha a favor de los presos políticos vascos el pasado 12 de enero en Bilbo, al tiempo que la reivindicación sobre su libertad también llegó desde los territorios vascos. Responde a GARA después de que el fiscal que lleva su causa solicitase su reingreso en prisión, algo que fue rechazado por el juez. Ahora, junto a otros dos encausados, defiende su absolución de cara al juicio.
¿Cómo fue aquel día?
Nos dio el alto la Policía a mí y a mi novia, nos identificó y nos preguntó por una bolsa. Como vieron que no iban a sacar información ni nada parecido decidieron cargarme el muerto. En comisaría hubo amenazas e insultos. Para que me inculpase yo, por mi actividad política, para que inculpase a otros...
Rápidamente fue encarcelado y le aplicaron el régimen FIES.
En un primer momento no sabía qué era. Por eso creo que tiene que hablarse de ello, no solo por mí, ni por querer dar una imagen de víctima, sino por contar algo que está ocurriendo en el Estado español. En la práctica, se trata de una medida especial para presos políticos.
¿Por qué se la aplican a usted?
Porque entré en prisión por «alarma social» y por presunta implicación con «banda organizada». También me decían que era por la seguridad del centro y de sus trabajadores. Un poco surrealista. La represión que ha sufrido Euskal Herria se empieza a ver ahora en territorio castellano, aunque a menor escala.
¿Se considera un símbolo?
Ni mucho menos. Soy un reflejo de la juventud, como mucho.
¿Por la represión que ha padecido o por la falta de expectativas?
Somos una juventud acorralada, que ve el futuro incierto, que está descontenta, se organiza y, por ese motivo, aumenta la represión hacia ella.
Con el nuevo Código Penal que pretende aprobar el ministro de Justicia, Alberto Ruíz Gallardón, ¿cree que encontraremos más casos como el suyo?
Espero que no, pero hay que estar preparados por si los hubiese. Espero que lo mío haya servido de experiencia.
Desde su arresto, una parte de la izquierda española le presentó como «el único preso político» en el Estado español.
Eso me ha hecho gracia. Lo he dicho en todas las entrevistas, aunque no en todas se haya publicado. Este problema viene de lejos y debería de hablarse más. No soy ni el primero ni el único preso político. A los presos se les aplican medidas de control por motivos ideológicos y a los políticos se les imponen medidas más inhumanas.
¿Cómo se vive la solidaridad?
La percibí a través de mi madre. Hay que inculcarla. Nuestra clase solo tiene la fuerza del trabajo y nuestra unidad.
¿Madrid registra un despertar?
Está despertando Vallecas. Y es tan grande e importante que, si despierta, se extenderá por todos los barrios del sur. También creo que dentro de la izquierda se están sentando unas bases que no se tenían. Empieza a haber una unidad que se perdió.
Usted ha sido víctima también de la criminalización de los medios de la derecha, que han lanzado una campaña de desprestigio. ¿Cómo se vive eso?
Con calma, paciencia y sin hacer caso. Son instrumentos de desprestigio. Ya se hizo, por ejemplo, en el caso de Gordillo, del que se publicaron sueldos falsos y que tuvo que estar justificándose continuamente. Yo lo llevo con tranquilidad.