La campaña de Urkullu predica por encima del trigo que ha dado
En la presentación de su programa, Iñigo Urkullu criticó a los partidos que «están lanzando las campanas al vuelo» con promesas imposibles, y resulta que los datos demuestran que el propio lehendakari se está comprometiendo por encima de lo hecho hasta ahora.
Iñigo Urkullu tiene trabajada la fama de hombre serio y formal, gobernante prudente, esquivo al aventurerismo y que siempre sopesa sus pasos antes de darlos. Y eso que arrancó su legislatura sin más apoyo que los 27 escaños de su partido y proponiendo un presupuesto que no había acordado previamente con ningún otro grupo y que tuvo que retirar la víspera del debate, una marcha atrás inédita en la política de la CAV, pero que luego se ha repetido con otros proyectos de ley. Es, por lo tanto, una imagen ganada más allá de que los hechos la confirmen o no.
En la presentación del programa electoral del PNV, Iñigo Urkullu criticó la tómbola de promesas incumplibles en las que algunos suelen convertir las campañas. «Sé –leyó en su discurso– que todos los partidos están lanzando las campanas al vuelo. Ya estamos escuchando ofrecer crear miles y miles de funcionarios. Duplicar los gastos sociales. Ofrecer el gratis total y sin ningún esfuerzo».
A esta actitud que se ve que considera irresponsable, el lehendakari contrapuso el programa jeltzale que definió como «serio, riguroso y responsable. Un programa posible si trabajamos juntos». Añadió que «sabemos que nada es gratis. Nada se consigue sin esfuerzo». Como garantía de la viabilidad de sus propuestas «comprometo mi palabra –afirmó–, que es lo más sagrado que tengo. Me presento a la sociedad con tres premisas: verdad, realidad y trabajo».
Con tal declaración de principios, conviene someter las primeras promesas que está haciendo el lehendakari al contraste con «la verdad y la realidad», no vaya a ser que también él esté pecando de lo que denuncia de otros.
Iñigo Urkullu se «comprometió» ayer «a poner a disposición de la juventud vasca 1.000 pisos de alquiler compartido subvencionados por Alokabide». Se trata de una oferta ciertamente optimista porque Alokabide ya puso en marcha el 16 de febrero de 2015 un programa piloto de apartamentos compartidos para jóvenes, con cinco pisos en Gasteiz y un total de quince plazas. De entrada solo se apuntaron seis «menores de 35 años», por lo que se amplió el plazo de inscripción. Tras más de un año de experiencia, la oferta en este momento es de siete pisos, los cinco de Gasteiz más uno en Bilbo y otro en Donostia.
El candidato también se comprometió ayer «a que en los próximos cuatro años 5.000 empresas tomen parte en programas de Formación Dual». Pero el lehendakari debería saber que también sobre esto hay experiencias anteriores. A 28 de diciembre de 2015 había exactamente 311 empresas participando de estos programas de Formación Dual. Concretamente 22 en Araba, 48 en Bizkaia y 192 en Gipuzkoa. Si en los primeros tres años de experiencia se han conseguido 311 empresas, vuelve a ser muy optimista prometer que en los próximos cuatro se llegará a los 5.000.
El pasado sábado, Iñigo Urkullu se comprometió a «reforzar las becas educativas con 55 millones anuales». Se trata de una promesa ciertamente destacable y muy a tener en cuenta, sabiendo que el presupuesto de su Gobierno para becas en 2016 ha sido de 82 millones de euros, de los que 54 fueron para la enseñanza no universitaria, 26 para la universitaria y los 2 restantes para otras materias. Si el lehendakari cumple lo que dice, el año que viene el presupuesto pasará a 137 millones. Será fácil comprobarlo.
Como se ve, también el serio candidato Urkullu predica por encima del trigo que ha dado hasta la fecha. Cuando dijo que «sé que todos los partidos están lanzando las campanas al vuelo», hablaba literalmente. No quería decir que «todos los demás» sino «todos, todos». También el suyo y él mismo.