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Urkullu calla ante la crítica del PSE a su posición sobre el autogobierno

El Pleno de Política General del jueves en el Parlamento de Gasteiz sirvió para que el PSE criticara abiertamente la mención del lehendakari, Iñigo Urkullu, a un Nuevo Estatus e incluso a la llamada «erosión silenciada» del Estatuto actual.

Iñigo Urkullu, en el pleno sobre política general del Parlamento de Gasteiz. (Jaizki FONTANEDA/FOKU)

Los plenos de política general suelen estar marcados por la disparidad de pareceres entre las fuerzas del Gobierno y las de la oposición. Lo que no es tan habitual es que el portavoz de uno de los socios de la coalición gobernante critique abiertamente posiciones del lehendakari, que le debiera representar.

Iñigo Urkullu denunció que «la erosión competencial del ‘autogobierno transferido’ es tan grave como el contumaz incumplimiento del autogobierno reconocido». Expresó que así se recoge en un libro recién editado por el propio Ejecutivo y que «constata y documenta» que «las invasiones competenciales que ha sufrido Euskadi en las últimas décadas verifican el debilitamiento de la capacidad competencial y, en definitiva, la erosión del Estatuto de Gernika».

Más tarde llegó el turno del portavoz del PSE, Eneko Andueza, quien aseguró que Salvo el de Pedro Sánchez, ningún Gobierno español «ha demostrado mayor compromiso con el cumplimiento del Estatuto, como está ocurriendo con el traspaso de transferencias, pese a las dificultades añadidas de la pandemia». Admitió que se puede «hablar de las distintas interpretaciones que se hacen de los textos legales», pero aseguró que «lo que nos chirría más, lehendakari, es que para justificar algunas iniciativas en los próximos meses, recurran a presentaciones de libros, con más carga ideológica que jurídica».

En su discurso, Iñigo Urkullu señaló que en estos momentos tenemos «la oportunidad de culminar el trabajo desarrollado por la Ponencia de Autogobierno» para alcanzar «un nuevo pacto que reconozca nuestra realidad nacional, la singularidad del autogobierno vasco, asiente una relación bilateral con el Estado y favorezca la presencia y proyección internacional de Euskadi». Incluso habló de «retornar a la soberanía anterior a 1839» a través de una fórmula de Concierto Político.

Eneko Andueza aseguró que salvo el de Pedro Sánchez, ningún Gobierno español «ha demostrado mayor compromiso con el cumplimiento del Estatuto»

Pero, sin embargo, su socio, el PSE, sostiene que «nuestra referencia nunca va a ser el siglo XIX. Nuestra referencia siempre será el XXI». Aseguró que «el estatus político está definido. Funciona. Tiene su expresión vasca, española y europea». Eneko Andueza añadió que las aspiraciones nacionalistas «sobre eso que llaman el Nuevo Estatus ya nos condujeron a un callejón sin salida en la Ponencia de Autogobierno». Sostuvo que «si quieren volver sobre lo mismo, ya conocen el procedimiento, pero también el final del camino», que, según explicó, será fracturar «la convivencia, el pluralismo de una sociedad que se verá aislada y estancada social y económicamente».

Resulta evidente que en esta materia ambos socios mantienen una discrepancia abierta y, aunque no forma parte de sus acuerdos de gobierno, parece una cuestión nuclear de la política vasca y suficientemente importante como para que no se hagan públicas discrepancias semejantes.

En todo caso, al lehendakari no le debió parecer una disfunción inadmisible, puesto que Urkullu no hizo ninguna mención directa a lo dicho por Andueza.

El portavoz del PSE sí tuvo una respuesta de Joseba Egibar, quien le acusó de pretender que «la mayoría se someta a la minoría», pero pronto pasó el jeltzale a buscar nuevas críticas contra EH Bildu, que fue el eje central de su intervención.

Miren Gorrotxategi, sin cerrar la puerta a apoyar leyes debatidas una a una, quiso dejar claro que «no somos socios externos y tampoco oposición de postureo»

Aplausos tímidos

Salvo la constatación de que el PSE quisiera marcar tan claramente su discrepancia con el lehendakari sobre la defensa y el futuro del autogobierno y que éste no tuviera nada que replicarle, el resto del pleno discurrió por parámetros previsibles.

Iñigo Urkullu arrancó haciendo una autocrítica genérica sobre la falta de aciertos en la lucha contra la pandemia, pero recordando que todos los Ejecutivos han tenido dificultades ante una cuestión tan impredecible. No explicó, aunque se lo señalaron, por qué, por ejemplo, la CAV es la comunidad del Estado con mayor incidencia de contagios. Sí tuvo un par de párrafos para criticar al TSJPV.

Luego expuso todos los planes puestos en marcha durante el año pasado desde su investidura y los que tiene previstos para el próximo ejercicio. Un catálogo extenso, que incluye un plan de inversiones de hasta 1.600 millones de euros.

Cuando acabó su primera intervención –que, según un balance general, resultó de nuevo notablemente tediosa– algunos jeltzales, incluso desde la tribuna de prensa, trataron de arrancar una ovación, que finalmente quedó en tímido aplauso de los escaños del PNV y algunos cargos y asesores de Lakua distribuidos por las gradas.

Futuros acuerdos

El lehendakari recordó en varias ocasiones que su Gobierno dispone de mayoría absoluta en la Cámara, pero que a pesar de ello tiene disposición positiva a ensanchar acuerdos con los grupos de la oposición, y apuntó que hay varias leyes en las que se pueden alcanzar esos consensos.

Y cuando se habla de acuerdos de este Ejecutivo, todas las miradas se dirigen a Elkarrekin Podemos-IU como «socio preferente». La portavoz del grupo, Miren Gorrotxategi, sin cerrar la puerta a apoyar leyes debatidas una a una, quiso dejar claro que «no somos socios externos y tampoco oposición de postureo». Jon Hernández, de Ezker Anitza, fue más contundente al afirmar que «nuestra coalición se sigue situando en las antípodas de sus políticas económicas y con un modelo alternativo al que no vamos a renunciar. Y, por lo tanto, es imposible que seamos socios, ni preferentes ni ordinarios». El lehendakari tomó nota de los diferentes tonos.

El sobrevuelo de Sánchez

La figura del presidente del Ejecutivo español, Pedro Sánchez, sobrevoló la sesión durante varios momentos. Por una parte, debido a la obsesión del portavoz del grupo PP-Cs, Carlos Iturgaiz, en centrar buena parte de su discurso en criticar al lehendakari a través del apoyo que el PNV presta al Gobierno de coalición en Madrid.

Y también lo trajo a colación más de una vez el portavoz del PSE, Eneko Andueza, pero en este caso para destacar la colaboración y «cogobernanza» que trae todo tipo de bondades a la CAV, gracias al talante del PSOE y del PSE. Incluso tuvo un pellizco para sus socios en la Moncloa. Miren Gorrotxategi había dicho que «ha tenido que entrar Unidas Podemos en el Gobierno español para que se acelere» el proceso de transferencias. A lo que el eibarrés replicó que «es con los socialistas (y no con UP) cuando avanza el Estatuto», acotación que no veía en el texto escrito.

Casi nada de ETA

Cuando se van a cumplir diez años del fin de la actividad armada de ETA, ésta empieza a estar ya fuera de los ejes de los debates. Todavía se mantiene como arma arrojadiza, que la derecha hace extensiva al PNV.

En todo caso, resultó significativo que fuera Joseba Egibar quien primero introdujo el tema en su media hora de palabra para lanzarse contra EH Bildu. Atacaron Vox, PP y PSE y, al final, el lehendakari le preguntó a Maddalen Iriarte qué les diría a las 853 víctimas de ETA mirándoles a los ojos. Le respondió que le diría lo mismo que a todas y que a ver si el resto de la Cámara podría decir lo mismo.