Chile elige el club de la ultraderecha y fuerza la renovación de la izquierda
Solo un milagro insospechado puede evitar que el neopinochetista Juan Antonio Kast gane la presidencia de Chile este domingo, en una segunda vuelta contra Jeannette Jara, militante del Partido Comunista y candidata de unidad de toda la izquierda.
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Hoy culmina en Chile un largo proceso electoral que comenzó a mitad de año con las primarias abiertas de los partidos de izquierda, que en su momento ganó Jeannette Jara, que siguió con la primera vuelta de las generales, en las que también se votó la renovación de las dos cámaras parlamentarias, y ahora el broche final con la segunda vuelta entre las dos personas más votadas en noviembre: Jara y quien le siguió en cantidad de votos, Juan Antonio Kast.
El líder del Partido Republicano es uno de los tres candidatos de extrema derecha, con sus variantes, que compitieron en esta elección y que con sus votos aplastaron al centroderecha tradicional que postuló a Evelyn Matthei, y que quedó en un quinto lugar con 12%.
Ese espacio, que supo tener presidentes como Eduardo Frei o el fallecido Sebastián Piñera, ha quedado hecho añicos ante el avance de la ola reaccionaria.
Las candidaturas de extrema derecha sumaron nada menos que un 59% en la primera vuelta y Kast está siendo notablemente beneficiado de ello: no hay una sola encuesta que lo dé perdedor y la duda es saber por cuánto ganará. La horquilla va del 58% al 52% y, según la encuestadora Plaza Pública, seis de cada diez votantes de Matthei apoyarán al líder ultra, mientras que nueve de cada diez de Kaiser (el otro extremista, de estilo similar al presidente argentino, Javier Milei) y cuatro de cada diez a Franco Parisi, cuya campaña se basó en la apología de la ley y el orden.
Jara ganó en la primera vuelta pero con el 26,9%, por debajo de las expectativas de la izquierda, que esperaban superar el techo de los 30 puntos.
Toda la campaña estuvo dirigida a copiar el modelo de Michelle Bachelet, con un perfil de progresista cercana y pragmática. Ha sido un lastre para muchos su histórica militancia en el Partido Comunista (PC), en un país todavía bastante preso de su pasado reciente. Para buena parte de los chilenos votar al PC es casi inasumible (de hecho el comando de campaña de Jara intentó que acabara su filiación partidaria como gesto, pero por cuestiones legales no pudo hacerlo).
Las encuestas más optimistas la sitúan en el 42% de los votos aunque apuntan que podría no superar el techo de los 40 puntos.
Una situación inversa a la que ocurrió hace cuatro años, en la que fue Juan Antonio Kast quien tuvo problemas para quebrar el miedo ante su discurso extremista y ese efecto catapultó a Gabriel Boric, el presidente electo más joven de la historia del país, emergente de la lucha universitaria durante el llamado «estallido social» de 2019 y que casi triplicó sus votos en el balotaje.
Kast ha elegido hacer su cierre de campaña en la región de la Araucanía, en la Patagonia chilena, donde existe hace muchos años un conflicto social latente por la disputa de tierras y la reivindicación del numeroso colectivo mapuche. Allí obtuvo sus mejores resultados con su discurso de mano dura contra los activistas, a quienes acusó de hacer «terrorismo». También reiteró su amenaza a los migrantes sin papeles y dijo a los prófugos de la justicia que «pagarán con la cárcel cada peso» que se invierta en su búsqueda.
Sus simpatizantes vitoreaban «sin comunismo, sin comunismo», y Kast respondió a ese cántico con una frase que retrata su campaña: «Sin comunismo en La Moneda (sede presidencial), pero con comunistas en el país, portándose bien».
Su discurso más indulgente para con la oposición y la menor retórica antifeminista y anti LGTBi ha sido la bisagra con respecto a su campaña anterior en orden de no ahuyentar votos centristas.
Por su parte, Jeannette Jara cerró campaña en la región norteña de Coquimbo. Ha hecho exhibición de su pragmatismo al sumarse a la tendencia de la opinión pública y prometió «mano firme y determinada» contra los narcotraficantes y delincuentes. También llamó a luchar contra la desigualdad y pidió no caer en la trampa de los que dicen que en su país no hay dinero para luchar por la justicia social.
Reflexión y autocrítica
«Es imposible siquiera pensar en una sorpresa de Jara, se necesitarían cuestiones prácticamente sobrenaturales para que gane. Lo que sí puede ocurrir es que el resultado sea bastante más estrecho de lo que se presupone», dice a GARA el politólogo Alfredo Joignant, profesor de la Universidad Diego Portales.
Joignant tiene una historia familiar peculiar: su padre era «muy amigo» del expresidente Salvador Allende, quien sufrió en 1973 el golpe de Estado a manos de Augusto Pinochet. Se reconoce como militante socialista y es crítico del devenir de la izquierda en los últimos años.
«El Gobierno de Boric ha sido un lastre para la campaña de Jara, aún cuando la situación es bien contradictoria. Mal que mal es un Gobierno con una aprobación del 30%, no está mal, pero esa cifra no alcanza para ganar elecciones», explica Joignant.
Cabe recordar que Chile es un sistema presidencialista de doble vuelta. «Hay un sentimiento generalizado, muy profundo, de sentimiento anti-Boric, y eso hace que Jara haya tenido que tomar distancia dramática del Gobierno, a lo que se suma un presidente que intervino demasiadas veces en la campaña», añade.
Sobre el Congreso, fragmentado y con varias derechas pugnando entre sí, presagia que será un gran reto para Kast: «Necesitará mucho talento para aprobar leyes, y eso no sabemos si lo tiene».
Sobre el futuro de la izquierda, augura que es una pregunta «muy abierta». «Creo que cada formación por su lado va a tener que hacer un profundo análisis y autocrítica sobre su propia conducta, sobre cómo se gobernó y sobre cómo no se pudo ejercer el gobierno en determinadas áreas. Y creo que hay que interpretar un período mayor al de este gobierno, hay que reflexionar el 2019-2025».
Joignant lamenta que no ve a las izquierdas «en condición de hacer ese ejercicio autocrítico sobre el estallido social, los dos plebiscitos (constituyentes), la pandemia y la gestión de Boric». Ha recomendado a su compañeros «emprender una autocrítica que de ser honesta, tiene que ser dolorosa, parecida al proceso de renovación del PS en los 80».
Sobre si la sociedad chilena se ha ultraderechizado, responde que no hay indicadores fehacientes para asegurarlo, aunque admite que en los sondeos aparecen más personas que antes que se identifican con el eje derecha. «Hay un trasfondo importante: entender qué ocurrió estos años para que se articularan candidaturas de extrema derecha. Hay una reacción de la sociedad frente a Boric y su agenda que derivó en otra agenda genuinamente de derecha basada en seguridad, migración y economía», indica.
Kast comenzó su campaña diciendo que «la tercera será la vencida», en alusión a su tercer intento presidencial. Más de 15 millones de chilenos tendrán en sus manos sumar, o no, a su país al club de la internacional reaccionaria durante al menos los próximos cuatro años.