NOV. 23 2025 GASTROTEKA Tributo a la tierra Lurra, un evento organizado recientemente por el Basque Culinary Center en Arrea!, el restaurante que el cocinero Edorta Lamo regenta en Kanpezu, permitió conocer también las ideas y proyectos de otros alaveses vinculados al mundo de la gastronomía y disfrutar del menú. Aspecto de la mesa que se preparó para el almuerzo del evento Lurra. (Javi Rivero) Javi Rivero {{^data.noClicksRemaining}} To read this article sign up for free or subscribe Already registered or subscribed? Sign in SIGN UP TO READ {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} You have run out of clicks Subscribe {{/data.noClicksRemaining}} Esta es la historia de un miércoles especial. Un miércoles que arranca como cualquier otro, con la correspondiente visita al mercado de Ordizia y en el que el café reglamentario en el Olano tampoco puede faltar. Todo acompañado de amables conversaciones. Mismos protagonistas en un mismo escenario. ¿No creéis que esto podría definir una casa o el sentimiento de pertenencia a ella? Qué bonito es sentir esto cada mañana, cada visita a los mercados... Y, a la vez, qué importante y necesario es. Este miércoles que os quiero describir es especial por esto último, por el sentimiento de pertenencia a algo mayor, a un pueblo, una identidad, una lengua, un colectivo, una tierra… Pero no ocurrió en Ordizia. Esta vez tocaba conducir hasta Kanpezu (Araba). Me atrevería a decir que, siendo yo una persona que acumula muchos, muchos kilómetros de carretera, en esta hora que me llevó llegar de Tolosa a Kanpezu conduciendo, nunca me había sentido así. Entrando ya por la montaña alavesa, pasada la población de Opakua y antes de llegar a Kontrasta, sentí la fuerte necesidad de parar el coche, bajarme y observar. Las densas nubes se escondían unas a otras, imponentes, violentas, grises, casi negras… era como si el cielo se hubiera roto. Faltaba luz para la hora que era. Una especie de final, no sé de qué, pero que hizo que me recorriera un escalofrío por el cuerpo que erizó mi piel de una forma que nunca antes había sentido. Todo esto, dibujado sobre un lienzo de montañas y pequeñas poblaciones con ausencia total de personas y movimiento y unido a un silencio sepulcral, solo lo había visto en las películas. Sentía en ese momento que no me quería ir de allí, para ver que a lo mejor no pasaba nada. Pero, de alguna forma, esperaba que el cielo explotara. Nunca había pensado que conducir tan cerca de casa me pudiera hacer sentir que estaba tan lejos de ella. Nunca mis ojos habían visto una escena tan brutal. Y ya solo por esto agradezco la invitación a este evento que recordaré como uno de los miércoles más bonitos de mi vida. Acudí al evento Lurra, organizado por el Basque Culinary Center, con la colaboración de Hazi. El evento se llevó a cabo en Arrea!, la casa de Edorta Lamo que, junto con el equipo del mismo proyecto (Telmo, Miriam, Martín y más compañeros) hicieron que fuera una auténtica delicia. Y no lo digo solo por lo comido y lo bebido, que por supuesto, también. Javi Rivero El recibimiento se dio con una tortilla de patata de Kanpezu, buen café y un bizcocho de Nacho y Ana de Mendialdeko Ogia, momento en el que Edorta introdujo la jornada en la que la palabra “lurra,” en todo su sentido y esplendor, adquiriría todo el protagonismo de la misma. “Herriak harrapatuko zaitu” -“el pueblo te atrapará”-. Se trata de una de las confesiones que Edorta compartió y llega de la preocupación por la vuelta al pueblo en el que nació, el qué dirán, el cómo aceptarán un proyecto como Arrea!… Aitor Arregi, del restaurante Elkano de Getaria, le dijo, a modo de consejo, «herriak harrapatuko zaitu, lasai, lagun». Y, según Edorta, así ha sucedido. «Del trabajo que realizamos aquí, el 90% de los recursos y el tiempo se lo dedicamos a la tierra, el otro 10% a la técnica, para ver cómo contamos al que venga a nuestra casa dónde estamos y qué vemos en la tierra que pisamos». Brillante, brutal y aplastante. Tremendo, Edorta. DISTINTAS INTERVENCIONES La jornada continuó con varias intervenciones en las que se presentaron, entre otros, los proyectos de Ana Mendizabal (Mendialdeko Ogia) y Roberto Olivan (Tentenublo), pero lo interesante de estos fue que se contó en ambos casos con «la vuelta a casa, la vuelta a conectar con la tierra». Y soberbias fueron también las intervenciones de Arantxa Orbegozo (Txitxi), Fernando Bernués y Mireia Gabilondo, vinculados al cine y el teatro. Culminó Jakoba Errekondo, mostrando su total respeto por esta palabra, “Lur”, que confesó utiliza muy pocas veces por la magnitud que esta tiene y todo lo que implica. Valga la redundancia, si la utiliza es con los pies en la tierra. Y, por último, Mikel Urdangarin acompañó con su guitarra algunos poemas de Kirmen Uribe, cerrando así una mañana mágica en la que la reflexión, el “repensar continuo”, la identidad y la tierra fueron protagonistas absolutos. Un regalo con envoltorio gastronómico de los que hace que uno reafirme el enamoramiento por su oficio y las cosas del comer. La comida y lo que ocurrió después solo mejoraron lo ya vivido hasta el momento. En la mesa esperaba el hiper creativo hamaiketako o almuerzo con el que se inicia un menú en Arrea!, lleno de chacinas, encurtidos, fermentos, frituras, mantequilla, queso, panes… Un despliegue culinario y artístico al alcance de la sensibilidad de solo unos pocos. No os voy a contar demasiado por no haceros spoiler e invitaros así a visitar esta casa. Como parte del colectivo ArabaKO, del que ya os hablaré más adelante y del que Edorta Lamo también es parte, Javi Sarasua, de Karmine (Gasteiz), y Beatriz Pascual, de Almecén (Gesaltza Añana), también cocinaron. Beatriz nos sirvió un trigo guisado con una yema de huevo curada en sal y trompetas de la muerte que estaba riquísimo y que todos hubiéramos repetido a gusto. Y Javi trajo un plato de puerros con patatas y potro con el que solo en la presentación a mí, ya me ganó. Puerros, patatas y potro. 1+1+1 son 100 cuando las cosas se hacen bien. Y en Karmine, visita que os debo y debo a Javi, sé que así se hacen. Platazo. Queda claro, familia, que unidos hacemos más fuerza. ArabaKO ha iniciado su andadura hace poco, pero sabiendo qué proyectos se están uniendo, su tierra puede respirar hoy un poco más tranquila. Pues el paisaje que los rodea, igual que el que nos rodea a nosotros, se ha moldeado por los que estuvieron, los que estaban hace poco, los que todavía están y los que estarán también en el futuro. Cualquier pequeña decisión que tomemos terminará siendo parte del diseño de un paisaje, de una cultura… Y esto se erige como la base de un pueblo, de una comunidad, de un territorio, de un colectivo, de la lengua de una identidad. La nuestra. Este miércoles tan especial me hice más pequeño, porque todo lo que nos rodea merece más espacio del que le damos cada día, cada pequeña acción, momento y decisión. Cualquier pequeña decisión que tomemos terminará siendo parte del diseño de un paisaje, de una cultura… Y esto se erige como la base de un pueblo, de una comunidad, de un territorio, de un colectivo, de la lengua de una identidad. La nuestra