7K - zazpika astekaria
GASTROTEKA

Consejos y trucos para las comidas navideñas

La Navidad es el momento álgido del año para los caprichos gastronómicos. Y aunque cada vez más gente decide celebrarla en restaurantes, todavía las casas particulares son mayoría. El chef de 7K recomienda disfrutar cuando se cocina para los demás y añade sugerencias para no complicarse.

(Getty Images)

Familia, todavía no me ha invadido el espíritu de Mariah Carey, a pesar de que el bombardeo es constante. Tampoco el de Olentzero, “Mari Noel”, “Papa Claus”, “Santa Domingi” o la canción de Olentzero de Izaro que, reconozco, es pegadiza y actual (algo que urge a las navidades). Amigos, todavía resisto. Es tal el acoso y derribo que, sumado a los anuncios de colonias con historias que nadie entiende, hace que me recorra por el cuerpo un no sé qué que me hace estar en alerta constante. Es como si el Gran Hermano o llámese Ole -de Olentzero- estuviera vigilándome y poniéndome delante de los morros todo eso que no necesito. Pero no me importaría comprar o comer… La tentación justificada en forma de festividad, perfectamente calculada y calendarizada.

¡Ay amigos! La Navidad… Aunque no sea yo el mejor representante de esta festividad, tampoco soy el Grinch, aprecio perfectamente y mucho las cosas ricas del comer que en estas fechas ocurren. Vamos, que, si no fuera por el amor que asoma por encima de las mesas de nuestros hogares, las navidades no serían para mí más que otras fechas vacacionales. Unas con más abrazos y besos de lo normal, pero sobre todo con más gambitas, percebitos, sopitas ricas, pescadito bueno y solomillitos con foie en su cima, cual estrella que adorna un abeto en lo más alto. Si es que no hay mejor acto que el de disfrutar de la mesa. Y si para esto nos tenemos que currar unas buenas y ricas navidades, pues que vengan Olentzero y Mari Domingi a sentarse a la mesa también. Eso sí, que traigan carbón, pero para la parrilla.

Con o sin parrilla, y a pesar de no haber llegado al ecuador de todos los compromisos, la cocina se puede lucir. Solo hay que pensar un poquito. Y como sé que muchos de vosotros llegáis a la meta de este 2025 agotados, fundidos mentalmente y sin ideas, mi objetivo hoy no es más que ayudaros a cruzarla con la cabeza bien alta, si es que os toca cocinar. Si no os toca cocinar, deberíais ser agradecidos y cumplidos con los que os ofrezcan ricos manjares llenos de amor. Pero, cursiladas aparte, a quien le haya tocado el marrón o marroncito de cocinar para unos cuántos, que sepa que gastarse la pasta en buen producto no es la única forma de acoger y hacer felices a quienes vayan a sentarse a la mesa de turno. El producto, por caro que sea, hay que tratarlo bien; estropearlo es siempre una pena. Pensad que muchas casas no están preparadas para algunas ideas que os rondan por la cabecita.

Lo primero de todo es una buena planificación (y antelación a poder ser). Nos ahorraremos algunos lereles si sabemos qué es lo que vamos a cocinar, para cuántas personas y cómo. Ir a hacer la compra al estilo “ya voy viendo, pienso y diseño el menú según lo que vea” está fantástico del 7 de enero al 23 de diciembre, ahora, mejor evitar esta forma de hacer la compra y llevar una lista para comprar solo lo necesario.

La planificación pasa por ser realistas y conscientes de las capacidades de uno o una, de la cocina que tiene y de lo que gusta a todo el mundo (esto es un melón infinito). Serán mis tocs de cocinero, pero tomároslo como un consejo profesional. Si no disponemos de el material necesario para hacer la receta que habéis decidido hacer, es mejor cambiar de idea y valorar algo al alcance del material del que se dispone. Ejemplo: si en mi horno no cabe un rodaballo de dos kilos de peso, no puedo asar ese rodaballo en mi horno. Partirlo es una solución, no la mejor, pero es una solución. Ahora, ¿cómo vais a calentar todo a la vez? ¿Lo veis? Mejor partid el bicho en pedazos y marcadlos en sartén, disponedlos después en la bandeja de horno, aprovechando todos los espacios y calentadlos al final. Si lo termináis con una salsa por encima (pilpil, verde, menier…), perfecto.

Otro truco, si el pescado os cabe en el horno, cocinadlo con el grill y la bandeja bien cerca de la resistencia, que lo tuesta acercando la piel para que dore bien. Si no, la opción pasa por asar en el horno la pieza con la piel hacia arriba, apoyando la carne sobre papel de horno en un horno con el ventilador a tope y a mínimo de 250 grados. Si no, el pescado se va a cocer. Y si no, también se cocerá, pero obtendréis una piel tostadita y rica que hará las delicias de los golosos como yo.

LANGOSTINOS, UN CLÁSICO

Mi siguiente consejo es el de defender el marisco fácil. Unos langostinos cocidos siempre son un acierto y, si se sirven con mayonesa casera, imbatibles. ¿Por qué? Porque esa mayonesa se ha convertido en uno de los motivos de reunión familiar de más de un hogar. ¿Cuántos de vosotros la hacéis en casa? Entre la desinformación que corre por ahí, criminalizando todo lo que no esté ultra cocinado, en pro de la seguridad alimentaria y la paranoia colectiva y desinformada que la sigue, este tipo de recetas, la mayonesa casera de toda la vida, son ya una rara avis durante cualquier otra fecha del año. Por eso, un simple langostino, aderezado con la magia navideña de una mayonesa casera, me acercan incluso a mí un poquito más a la Navidad.

Sigamos con la mayonesa. Ensaladilla, de lo que queráis, pero con mayonesa casera, o con la verdura cortada y cocinada por vosotros. No congelada o ya preparada. Para un día que le vamos a entregar nuestro tiempo a alguien, que por lo menos lo vean justificado. Pelar cuatro patatas y dos zanahorias no cuesta tanto. Se cortan en daditos, se cuecen cinco minutos, se dejan enfriar, se añade mayonesa y “voilà”. La base de una ensaladilla ya está lista para recibir cualquier combinación espacial -sí, espacial- con la que sorprender a los invitados, estos sí, especiales. Os dejo algunas propuestas: con huevo duro y mostaza, con piquillos, pollo asado y limón, con puerro, salmón y lima (quitando la zanahoria en los casos que haga falta).

Dedicadle tiempo a la cocina en Navidad, cocinar para otros es un acto de amor. Y ahora que tenéis algunas pistas, no hay excusas para no hacerlo. Espero que además disfrutéis cocinando para los demás. Si lo hacéis, entenderéis que un cocinero ve estas fechas como uno de los momentos del año en los que todos se pueden poner en la piel de quien ejerce este oficio y, por lo tanto, sentirse comprendido y respetado. La suerte que tenemos quienes nos dedicamos a ello, que con nuestros más y nuestros menos, vivimos todo el año intentando hacer feliz a la gente.

Eguberri on, familia!