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Elecciones en el Estado español

La sonrisa perfecta que terminó desquiciada

PERFIL [Pedro SÁNCHEZ]


Cuando Alfredo Pérez Rubalcaba inició la legislatura como líder de un PSOE en decadencia nadie conocía a Pedro Sánchez. De hecho, ni siquiera obtuvo puesto en el Congreso, ya que iba en el puesto número 11 por Madrid y la formación únicamente obtuvo 10. Su despegue llegó con la marcha de Rubalcaba tras el batacazo de las europeas de 2014 y después de una maniobra de Susana Díez, verdadero poder en la sombra, para evitar que Eduardo Madina se hiciese con la Secretaría General. Desde entonces, Sánchez ha dirigido los mandos de un partido incapaz de quitarse de encima el peso de su historia reciente y con gravísimas dificultades para representar una opción de futuro. Todo en Sánchez parece algo de diseño. No es cuestión de convertir la buena apariencia física en un defecto, pero la verdad es que, salvo sus dos metros de altura y la fotogenia, nada parece propio en el candidato.

Comenzó la campaña en posición incómoda y ha terminado pidiendo al árbitro que pite el final rápido, no vaya a ser que hasta los socios más antiguos opten por cambiar de carné en el último minuto. Su falta de liderazgo y las malas perspectivas electorales han provocado que ya le llamen «Pedro el Breve». Ferraz es una olla a presión y cuando el pegamento de los cargos no mantiene prietas las filas siempre hay alguien dispuesto a liderar una rebelión interna. Aunque eso será el 21. Ahora la gran duda está en saber hasta qué punto se hunde Sánchez.

Lejos quedan los 110 asientos de hace cuatro años. Ninguna de las encuestas le sitúa por encima de 100. Es cierto que muchos de los «indecisos» son en realidad votantes avergonzados del PSOE, pero no parece que vaya a ser suficiente para maquillar el desastre. La última semana de campaña, centrada en sacar el «orgullo de partido» y zurrar a Podemos, buscaba más frenar la sangría que ganar adeptos. El problema está en que, mientras jugaba a seducir a los convencidos, las capas más externas de la cebolla veían a Sánchez perdiendo los nervios en el debate a cuatro o demostrando sus dificultades comunicativas al interpelar a Rajoy. Que ‘‘El País’’ haya salido en el último minuto a darle un empujón solo es muestra de que, por mucho que el candidato del PSOE se vista de «nueva política», sigue proyectándose viejísimo.