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«Sherlock. La novia abominable», talento y calidad

El «especial navideño» de la BBC -«Sherlock. La novia abominable»– logró una excelente audiencia y pone de manifiesto, sobre todo, la gran calidad de una serie de televisión que estrenará su esperada cuarta temporada en la primavera de este año.


La televisión británica incluye entre sus propuestas tradicionales más seguidas los denominados “especiales navideños”. Rara es la ficción o show televisivo que no incluya un espacio de estas características en sus diferentes cadenas las cuales, y en plena complicidad con sus audiencias, elaboran cuidadas producciones que pretenden prolongar el encanto de los primitivos cuentos que nunca pierden vigencia. Ejemplo de la gran relevancia que tienen estos acontecimientos es el apabullante –y merecido– éxito que cosechó el especial de la BBC, “Sherlock”.

Estrenado el pasado 1 de enero de manera simultánea en Gran Bretaña por la BBC y en Estados Unidos por la cadena PBS Masterpiece, este capítulo que lleva por título “The Abominable Bride” (“La novia abominable”) cuenta con una duración de 90 minutos y anotó en la BBC la nada desdeñable cifra de 8,4 millones de espectadores con un 37.5 de share, uno de los mejores datos de la cadena. Visto el interés que despertó este episodio en el que Sherlock Holmes y el doctor John Watson retornan a su hábitat natural, el Londres victoriano, esta entrega también pudo ser vista en salas de cine de Gran Bretaña.

En cuanto a lo que revela este capítulo, merece la pena subrayar el metódico engranaje de un argumento que coquetea con el presente y el pasado y en el que sus creadores –Steven Moffat y Mark Gatiss– han sido fieles a los característicos elementos holmesianos imaginados por Arthur Conan Doyle y al espíritu renovador de la serie protagonizada por unos excelentes Benedict Cumberbatch (Sherlock) y Martin Freeman (Watson). Divertido e ingenioso, “La novia abominable” –título elegido por el propio Watson para uno de sus folletines en el Strand Magazine– es un acercamiento al “Palacio mental” de Holmes, un laberinto en el que campan sin orden la metódica deducción del detective de Baker Street, sus adicciones y sus miedos, encarnados en su eterno rival: el profesor Moriarty.