MAR. 06 2016 CRÍTICA «Nunca es tarde» El mensaje de John Lennon llega con mucho retraso Mikel INSAUSTI Hay un serio problema con las producciones medias de Hollywood, y es que por muy original que sea la premisa argumental de partida los productores ejecutivos ya se encargan de llevarla por los caminos más trillados, poniendo toda la historioa al servicio de la estrella de turno. Dan Fogelman ha demostrado solvencia creativa como guionista en su trabajo para el estudio de animación Pixar, pero al debutar en la dirección con Al Pacino como protagonista no tiene otro remedio que priorizar el lucimiento personal del actor sobre cualquier otro factor relacionado con la escritura y su puesta en escena. No se entiende que el caso real en el que se ha basado llegue a resultar irreconocible en la pantalla. Porque la carta de John Lennon abierta cuarenta años después a la que se hace referencia, fue en realidad enviada al cantante folk Steve Tilston, y ya me dirán en que se parece el de Liverpool al tal Danny Collins de la ficción made in USA. La cuestión es que “Nunca es tarde” acaba siendo un calco de “Ricki” (2015), más allá de su muy diferente origen. Porque al final nos endosan el consabido melodrama familiar en el que la música sólo sirve de pretexto ambiental, y Al Pacino sigue la misma trayectoria representada por Meryl Streep en la película de Jonathan Demme, en cuanto viejo cantante en decadencia que, en un momento dado, tomará conciencia de su nulo futuro dentro de la agotada vida bohemia de las giras e intentará recuperar a los suyos, mediante un acercamiento al hijo del cual nunca se ocupó. El abismo existente entre la Streep y Pacino se pone de manifiesto a la hora de cantar, porque si la actriz aprendió a tocar la guitarra y nos convenció como vieja roquera, Don Al apenas se atreve a hacer un poco de karaoke con un tema tan facilón como el “Hey Baby Doll” de Don Was. Prefiere dejar que en la banda sonora suenen una decena de canciones del ex-beatle.