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CRISIS MIGRATORIA EN EUROPA

LA SALUD DE LOS REFUGIADOS DE IDOMENI, CADA VEZ MÁS «CRÍTICA»

NIñOS DESCALZOS EN EL BARRO QUE HACEN COLA BAJO LA LLUVIA PARA RECIBIR UN BOCADILLO, CLÍNICAS DESBORDADAS Y MADRES EXHAUSTAS. EN EL CAMPAMENTO DE REFUGIADOS IDOMENI, EN LA FRONTERA ENTRE GRECIA Y MACEDONIA, LA SITUACIÓN SANITARIA SE HA VUELTO «CRÍTICA».


«La situación es muy mala, alguna de las peores que hemos visto», se lamenta Imad Aoun, de Save the Children.

A menudo empapados por la lluvia –los afortunados llevan largos impermeables de plástico distribuidos por ONG–, grupos de niños caminan por los campos inundados. Algunos padres tratan de mantener el calor quemando plástico y a veces ropa.

«Los niños respiran gases tóxicos y muchos tienen problemas respiratorios, ya que han estado aquí demasiado tiempo», denuncia Imad Aoun.

Cerca de 14.000 refugiados, la mitad de ellos mujeres y niños, llevan días bloqueados en el paso de Idomeni, en el lado griego de la frontera con Macedonia.

La mayoría ha hallado refugio en los dos campos de tiendas de campaña, otros acampan bajo las estrellas con la vana esperanza de que se abra la frontera, cerrada durante cinco días.

«Decenas de niños se encuentran gravemente enfermos», con diarrea, fiebre, tos, vómitos, erupciones cutáneas..., «la situación es crítica», advierte Leigh Daynes, director de la ONG Médicos del Mundo, que subraya que «el cierre de fronteras no impedirá que los refugiados vengan a Europa».

Ante las dos unidades de atención de emergencia instaladas por el Ministerio de Salud, cientos de personas hacen cola, con sus hijos tosiendo o llorando en brazos.

Según un médico de guardia, «decenas de niños son examinan de forma rutinaria. En situaciones de emergencia, son enviados al hospital de Kilkis (a 60 kilómetros de Idomeni) o de Tesalónica (100 kilómetros)». Pero la sección de pediatría del hospital de Kilkis ya ha superado con creces su capacidad de 18 personas. «Tenemos 34 niños hospitalizados con problemas respiratorios, importantes infecciones virales y gastroenteritis», señala Vassilis Triantafyllidis, presidente del sindicato de trabajadores del hospital.

El infierno

Los adultos también se ven afectados. «Muchas mujeres han dado a luz, pero, por desgracia, otras han tenido abortos involuntarios por las malas condiciones», añade Triantafyllidis.

Médicos del Mundo también informa del caso de un hombre que perdió dos dedos de los pies debido a la gangrena, y episodios de pánico, «desmayos e histeria», cuando los refugiados se dieron cuenta de que probablemente no cruzarían la frontera.

Más de 400 han dejado voluntariamente el insalubre campo de Idomeni desde el miércoles por la noche para volver al puerto de El Pireo, 600 kilómetros al sur, adonde la mayoría llegó llena de esperanza desde las islas griegas unas semanas antes.

En las salas de espera de las terminales de ferry o en las tiendas de campaña montadas en plataformas, miles de refugiados esperan su traslado a los campamentos instalados en todo el país (antiguos cuarteles, refugios o campamentos de vacaciones para niños).

Al menos ocho autobuses se preparaban el jueves para llevar a familiar enteras, sobre todo afganas, a los campos de Larissa y Trikala. «Voy a Trikala, nos dijeron que los campos están limpios y hay médicos. Y verdaderos dormitorios», dice Jalla, estudiante afgano de 19 años.

Funcionarios de EASO, la Oficina Europea de Apoyo al Asilo, hacen campaña entre los refugiados del programa europeo de reubicación, un proceso que dura por lo menos dos meses.

Pero esto no desanima a Giwan al-Haije Urmen y su esposa, una joven pareja kurdo de Hassaka. «Queremos participar en este programa porque mi esposa se enfermó Idomeni. Fue el infierno. Estamos cansados de los campamentos, ya hemos tenido experiencia en Erbil (capital de Kurdistán Sur) y luego en Turquía», sostiene Al-Haije, que confía en ir a otro país europeo «legalmente» tan pronto como sea posible.