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JO PUNTUA

Dinosaurios y mariposas


Provectos dinosaurios como el socialfascista Felipe González o claramente fascistas como Joaquín Leguina, José Luis Corcuera, José Bono, Alfonso Guerra et alii (ya está Odriozola exagerando pero esos epítetos se oyeron en Ferraz) han conseguido que el tibio y anodino Pedro Sánchez parezca un líder de extrema izquierda con afinidades electivas a lo Goethe. No es mi caso, desde luego.

El pistoletazo de salida contra Sánchez lo dio probablemente el personaje más venal y felón desde el rey borbón Fernando VII: Felipe González y su «me siento engañado». Abrir la bocota y asomar los bocazas con la escopeta cargada, todo uno.

Tomo de un gran bilbaino –que no citaré–, su metáfora de la Teoría del Caos aplicada al esperpento visto estos días sin solución de continuidad. Es el llamado «efecto mariposa». Pues bien, el batir de alas de la sinuosa mariposa Susana Díaz en Sevilla desencadena un tornado en la calle Ferraz de Madrid. Edward Norton Lorenz dijo algo en 1972 al respecto.

Y no digamos Felipe González nada menos que en la cadena SER demostrando que una mariposa prehistórica puede alterar el resultado de unas elecciones presidenciales.

¿Asistimos a una lucha de poder intestina? Tal vez. ¿Es una cuestión ideológica? Fijo que no. ¿Entonces? Una crisis de Estado y no una crisis de partido, como sostienen viejos psoecialistas –presumo, no sé– tipo Juan Antonio Molina, que no se supera con un mero cambio de gobierno y sí con un cambio de Estado, esta burrada es mía.

En lo que viene llamándose «partitocracia» funcionan los partidos políticos como aparatos de Estado que necesita de ellos financiándolos y premiándolos. O castigando el versolirismo o «verso libre» modelo Pedro Sánchez. O fomentar, sino crear, partidos llamados «emergentes» que, supuestamente, cuestionan –y, de algún modo, lo consiguen– el «bipartidismo».

Y al fondo la madre del cordero: el Godzilla catalán.