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Opera

Buenas voces para inaugurar la temporada lírica bilbaína


La ABAO inauguró temporada con una convincente “Lucrezia Borgia” de Donizetti. Firmada por Francesco Belloto, la puesta en escena fue de época y muy conservadora, lastrada por la necesidad de explicar desde el minuto uno, empleando dobles mudos, lo que ya está claramente insinuado en el libreto: que Lucrezia y Gennaro son madre e hijo. El efecto de la anagnórisis final quedó, por tanto, totalmente diluido. La dirección de actores siguió la tradición operística más anticuada y la escenografía tuvo sus momentos bellos –precioso el tapiz del acto I–, aunque en general pecó de oscura y un tanto vacía. Afortunadamente también fue funcional y cómoda para los cantantes, que pudieron dar lo mejor de sí mismos. Elena Mosuc, aunque se le achacó cierta frialdad, defendió su papel con su habitual generosidad y tomando importantes riesgos. Celso Albelo dio lo que todos sus fans esperaban: una línea de canto brillante y agudos atronadores. La sorpresa fueron el Orsino de Teresa Iervolino, espléndidamente cantado, y el Alfonso de Marko Mimica, uno de esos escasos barítonos-bajo de voz siempre plena y natural.