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Interview
LOLI GARCÍA
SECRETARIA GENERAL DE CCOO de EUSKADI

«La unidad es uno de los valores más importantes de la clase trabajadora vasca»

Nació –«en mayo del 68»– y reside en Barakaldo, cuna de luchas obreras. La primera mujer en llegar a la Secretaría General de CCOO de Euskadi es hija de un padre que sufrió cárcel y fue condenado a muerte en el franquismo. Ha mamado el sindicalismo en casa desde muy pequeñita y afronta el reto «con muchas ganas», consciente de que su cargo condensa memoria, tradición e historia.


Loli García recibe a GARA en vísperas del XI congreso de CCOO de Euskadi. En la sede central de Bilbo, que está en obras, se nota el ajetreo. A esta barakaldarra que vive en Lasesarre, nació en Rontegi y pasó por Arteagabeitia, el «veneno» del sindicalismo le viene de familia, de un padre «con ideales muy de izquierda», ligado a CCOO desde sus inicios. «Eso imprime carácter, ideología, saber hacer, pero también tener los pies en el suelo, pegados a la realidad social».

No es una recién llegada. Tiene callo, trayectoria y ascendencia. Fue responsable durante años en Ezkerraldea, lleva años en la dirección y es miembro del comité confederal. Comenta que ser la primera mujer como secretaria general «no es relevante; lo relevante es que esto se ha vivido con absoluta normalidad».

Entre risas, dice también que liderar CCOO es fácil «porque somos una confederación muy poco vertical, una organización que esta integrada por otras organizaciones, por siete federaciones de carácter sectorial. Tenemos unos principios democráticos muy básicos: el liderazgo solo puede sostenerse si hay mucho trabajo de consenso, mucho trabajo participado con el conjunto de la organización, de buscar los acuerdos en lo interno para luego trasladarlos a lo externo. En CCOO siempre ha sido así, y cuando ha dejado de serlo ha habido rupturas»

Se le nota entusiasmada, consciente de su responsabilidad en una fase complicada para el sindicalismo, con peligros de quiebra social, con derechos conquistados que se pierden y es difícil saber si habrá vuelta atrás. «Los derechos no se heredan. Hay que conquistarlos y reconquistarlos, defenderlos día a día. Eso solo se consigue con mucha pelea y trabajo colectivo, esa es la razón de ser del sindicalismo. Hemos vivido años muy duros, de recortes de derechos laborales y democráticos. Nos los han arrebatado de manera antidemocrática y ahora, amortiguado el golpe, es el momento de salir a la ofensiva. Estamos por la derogación de las dos reformas laborales, que han significado la ruptura del frágil equilibrio que existía entre la representación sindical y la patronal, a la que se da toda capacidad de decisión en cuestiones tan importantes como condiciones de trabajo, regulaciones de empleo, cierres de empresa, negociación colectiva, pérdida de ultraactividad de los convenios. Y todo ello impregnado de una filosofía neoliberal».

Posición ofensiva

La idea de «pasar a la ofensiva» sugiere que puede haber más calle, más movilización. Le invitamos a reflexionar al respecto.

«No nos referimos tanto a la movilización, que también. Vamos a ser un sindicato de más proximidad e ir a las empresas a buscar acuerdos que mejoren la situación. Acuerdos que tienen que ver con la recuperación salarial; la formación de los trabajadores –y aquí no me refiero, por dejarlo claro, a nada que tenga que ver con impartir formación como sindicato, hace año y medio que hemos dejado de hacerlo y defendemos que lo hagan los centros públicos de formación profesional–, hay que dotar de una cualificación a los trabajadores; salud laboral, donde ha habido un importante deterioro; e igualdad de género en las empresas, haciendo frente a las brechas salariales».

«Es verdad que es complicado con la legislación laboral y la negociación colectiva que tenemos, y en Euskadi mucho más. Ahora que prima el sálvese quién pueda, que cada uno se busque la vida, es más necesaria la organización colectiva».

Crecimiento de afiliación

Se percibe una fuerte ofensiva contra el sindicalismo: que si no son de este tiempo, que no hay vuelta atrás a tiempos pasados, que están instalados en la nostalgia, que tienden hacia la irrelevancia... Loli García asiente y responde un tanto encendida.

«Es parte de la estrategia neoliberal. Defendemos intereses de parte, los intereses de la clase trabajadora. Sí, hay un intento de meternos en un mismo saco, de igualarnos en las responsabilidades y compararnos con otro tipo de organizaciones. Ahora han saltado por los aires los frágiles equilibrios en el ámbito de la negociación colectiva, ya no hay garantía de derechos en la representación sindical. Todos los sindicatos, y esto es reconocido por todos, hemos perdido afiliación durante la crisis por razones obvias. No obstante, percibo un cambio de tendencia: recuperamos afiliación, estamos ya en saldo positivo en crecimiento afiliativo».

Unidad sindical vasca

Invitamos a García a otra reflexión. Somos un país pequeño, en una situación muy complicada y si a eso se le añade una clase sindical dividida y a menudo con fuertes latigazos entre ellos, ¿se puede vislumbrar, más allá de legítimas diferencias, marcos de unidad sindical? ¿Se pueden esperar buenas noticias?

«Por nuestra parte, desde luego, no va a quedar. La unidad sindical es uno de los valores más importantes que tiene la clase trabajadora. Vamos a seguir intentándolo. Ahora bien, si para que se de esa unidad tenemos que renunciar a nuestros proyectos estratégicos, principios fundacionales y a cómo entendemos el sindicalismo, pues es difícil. Y no lo digo por decir: nos han dicho que no se van a sentar con nosotros si no hay un cambio en nuestros principios. Es como si nosotros le dijéramos a LAB que dejase de ser un sindicato independentista para sentarnos a hablar. Ni se nos pasa por la cabeza».

García es optimista por naturaleza: «Si no, no estaría donde estoy». Y con disgusto, prosigue: «Ni somos capaces, ante un accidente laboral, de ir juntos. Es terrible. No hay diálogo en estos momentos. Es muy duro decirlo pero es así, no hay comunicación. Y mira que tenemos conversaciones fluidas con todo el ámbito de la izquierda política. ¡Es tan complejo este país!».

 

«Confrontación o concertación, esa criba es falsa e interesada»

ELA y LAB inciden a menudo en que existen dos modelos: el de la confrontación y el de la concertación. En el segundo ubican a CCOO. Preguntamos a García sobre esa criba. «No es verdad –se enciende–. Sé que ELA está en ese juego, sabe que eso nos lleva a confrontar más con ellos. Dice que nos sentamos en mesas raras con no sé qué intereses espúreos… Es falso. Obviamente, buscamos escenarios de concertación, porque entendemos que es una de las funciones que tiene el sindicalismo».

«Intentamos buscar siempre el acuerdo que mejor defienda los intereses de nuestra parte, con movilización y propuestas. No solo en las empresas o en la negociación colectiva, también queremos ser parte en la definición de las políticas públicas. Queremos decir cosas sobre fiscalidad, RGI, protección social, educación y sanidad, porque son derechos de ciudadanía que afectan a la clase trabajadora. Tenemos propuestas y queremos ponerlas encima de la mesa. Y si a eso le llaman acompañamiento, operaciones cosméticas… pues decimos que no vamos a renunciar a ello, y que nos sentaremos siempre donde haya posibilidad de buscar acuerdos que mejoren la vida de los trabajadores y de las personas».

Le recordamos que CCOO también dice que ELA y LAB hablan todo el rato de soberanía.

«Pueden y deben hablar de soberanía. ¡Faltaría más! Es su planteamiento estratégico. El problema es cuando se hace de eso un arma de exclusión. En CCOO sentimos que LAB se ha echado a los brazos de ELA, que ha abandonado su modelo sindical, que coincidía con el nuestro en lo que se refiere al modelo de negociación colectiva. ELA sí hace un planteamiento exclusivo en muchos casos, desde la bilateralidad. Se creen los jefes, el único que interviene, y se niega a participar en ámbitos en los que estamos otros agentes».

CCOO de Catalunya y su secretario general están a favor de poner urnas y preguntar a la gente. «Somos una organización confederal, no una fuerza independentista. Pero ese es un derecho democrático, y lo hemos defendido y lo defenderemos siempre. Otra cosa es cómo se hace. Aunque suene raro, hay que poner en valor la política, el trabajo desde la pluralidad, el diálogo, atendiendo lo complejo».M.Z.