AUG. 06 2017 mano a mano con... «El público es nuestro motor, nos hace estar con ganas e ilusión» Ion SALGADO GASTEIZ Esta medianoche Joselu Anaiak volverá a subirse al escenario de la plaza Arka. Con el paso de los años esta verbena, organizada por la cuadrilla de blusas y neskak Okerrak, se ha convertido en una tradición más de las fiestas de La Blanca. Una cita ineludible a la que asisten cientos de jóvenes dispuestos a bailar canciones como Marina y a cantar a viva voz el himno del Baskonia. «Ya he perdido la noción del tiempo, pero han pasado casi 30 años desde que comenzamos a tocar en fiestas», señala Joselu Ruiz de Gordoa, que recuerda cómo se gestó el primer concierto junto a la estatua de El Caminante. «Empezamos a tocar gracias al Celedón Iñaki Landa –el predecesor de Gorka Ortiz de Urbina–. Al principio era una verbena que no estaba en el programa de fiestas. Surgió gracias a Okerrak, que después de la vuelta de los toros montaban el escenario», recuerda. Y admite que para muchos fue una sorpresa ver sobre el escenario a Javi, Andoni, Felix, Jesus y Joselu, los cinco hermanos de Araia. «Después al Ayuntamiento le gustó la idea e incluyó el concierto en el programa oficial, y desde hace años el escenario de Arka se dedica a las verbenas. Pero siempre se respeta la del día 6, para que la organice Okerrak», añade. Y da igual los años que pasen, porque Joselu Anaiak es capaz de reunir a adolescentes, jóvenes y algunas madres y padres que esta noche dejan a los niños con los abuelos para disfrutar de las fiestas de Gasteiz. «Ver a la gente que se reúne es muy gratificante, es nuestro motor, lo que nos hace estar sobre el escenario con ilusión y con ganas», destaca tras advertir de las dificultades que tiene un músico para disfrutar de La Blanca. «Las fiestas de Gasteiz las vivimos trabajando, porque son fiestas de muchos sitios y también tocamos en pueblos de Bizkaia y de Nafarroa. Así que estos días son más de trabajo que de otra cosa», afirma, aunque tratan de buscar un hueco para ir a alguna comida con sus allegados. «Intentamos aprovechar cualquier momento para estar con la familia, pero normalmente estás más pendiente del trabajo que de vivir la fiesta. Llevamos el ritmo cambiado. Cuanto todo el mundo tiene fiesta, a nosotros nos toca trabajar». Es lo que tiene haber pasado 40 años sobre los escenarios, de pueblo en pueblo, recorriendo la geografía vasca. «Antes ibas a un sitio y tocabas dos o tres días, ahora no, vamos cada día a un sitio diferente», comenta.