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Lesbianas ¡presentes!


Recientemente han asesinado a las activistas lesbianas y feministas Marielle Franco y Kleo Hernández Flores en Brasil y México respectivamente. La noticia ha saltado en nuestros medios invisibilizando, una vez más, que eran lesbianas.

El patriarcado criminal tiene cada vez más miedo porque cada vez somos más, estamos más unidas, somos más fuertes, por eso actúa con mayor violencia. Esta se comete, además, de manera más intensa contra aquellas que con sus cuerpos, sus deseos, su libertad, ponen en cuestión la heteronormatividad que se impone como eje de control y sometimiento. El estigma, el rechazo, el odio contra las lesbianas, contra las mujeres que desean y aman a mujeres, es tal que conlleva en determinados contextos una violencia muy extrema, llegando al asesinato.

Marielle, Kleo y tantas otras antes de ellas han sido asesinadas por ser lesbianas. En Euskal Herria muchas lesbianas también sufren violencia y muchas de ellas que son activistas sufren insultos, acoso, amenazas, últimamente de manera especial gracias al amparo que da el anonimato de las redes sociales.

Acercándonos al Día Internacional de la Visibilidad Lésbica queremos denunciar el acoso y la violencia que sufren muchas activistas por su condición de lesbianas y feministas tanto a nivel internacional como en Euskal Herria. Durante todos estos años son muchas las que han sido y son compañeras lesbianas de lucha, nombrarlas a todas sería imposible; hacemos, desde aquí, un reconocimiento colectivo del aporte que tantas lesbianas han hecho al feminismo y a tantas luchas por la emancipación social y política de nuestro pueblo; durante mucho tiempo han sido invisibilizadas e incluso rechazadas.

Las lesbianas han realizado aportes inestimables a las teorías feministas y LGTBIQ+; gracias a ellas se puso en cuestión la norma heterosexual como eje fundamental del patriarcado y se planteó la necesidad de repensar como construcción cultural no solo el genero sino también el sexo. Igualmente, han estado en primera línea de muchas luchas en las calles, demostrando gran solidaridad, por ejemplo en las luchas de las feministas heterosexuales por el derecho al aborto o el divorcio. Y hasta el día de hoy siguen aportando y formando parte de la lucha por la soberanía de nuestro pueblo.

Por lo tanto, cuando hablemos de la necesidad de democratizar nuestra sociedad no podemos olvidar que, además de la redistribución del capital económico, tenemos que redistribuir también el cultural y el simbólico; porque es flagrantemente evidente que no se trata solo de que muchas lesbianas sean pobres, de que no estemos representadas, de que no aparezcamos en ningún relato, de que no seamos visibles, se trata de que para esta sociedad heteropatriarcal las lesbianas simplemente no existen.

Son muy escasos los referentes de lesbianas en el espacio público, lo que dificulta el desarrollo libre de nuestras sexualidades así como adquirir confianza y aumentar la autoestima, pasos necesarios para empoderarnos e incidir políticamente. También necesitamos referentes para poder gestionar la diversidad y disfrutarla, para darnos cuenta de que hay tantas maneras de ser lesbiana como lesbianas hay en el mundo. Lejos de estereotipos, ideas preconcebidas, prejuicios, porque la complejidad de la propia realidad la hace enormemente más interesante.

La visibilidad es un acto político. Frente a quienes piensan que nuestra sexualidad tenemos que circunscribirla exclusivamente al espacio privado, nosotras queremos hacer realidad el dictum de Kate Millet: lo personal es político; porque la política atraviesa nuestros cuerpos, nuestros cuerpos que son el campo de batalla en el que hacer frente a este mundo heteropatriarcal, racista y capitalista para traspasar las fronteras del miedo y la opresión y habitar la libertad.

Somos lesbianas, somos políticas, somos lesbianas políticas porque creemos que transformar esta sociedad es absolutamente necesario y esto pasa por la lucha política. Una lucha política por una democracia real, donde haya justicia e igualdad, y se respeten todos los derechos humanos, donde haya condiciones para que la vida de todas, también la de las lesbianas, sea digna. Es el único camino para seguir avanzando en la construcción de la Euskal Herria que queremos, soberana, libre y feminista.