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MUNDIAL 2018

Regueiro y Vantolrá, las sagas del exilio mexicano

El país azteca acogió a estas dos leyendas del fútbol vasco y catalán.


En 1934, la selección de la República española acudió al Mundial de Italia con una formación marcada por la presencia de trece futbolistas vascos –Cilaurren, Ciriaco, Gorostiza, Iraragorri, Lafuente, Langara, Lekue, Markuleta, Marín, Mugerza, Quincoces, Regueiro y Zabalo– y cinco catalanes. Fue un campeonato muy especial, disputado en torno a la propaganda del régimen de Mussollini y en medio de un contexto mundial sobresaltado por el auge del fascismo y la tensión prebélica. El conjunto local se hizo con el título en medio de las acusaciones de haber disfrutado de favores por parte de los colegiados.

Uno de sus rivales fue la selección española, que contaba con dos grandes extremos como el irundarra Luis Regueiro y el barcelonés Martí Ventolrá. El primero había sido un auténtico prodigio juvenil, debutó con 16 años en el Real Unión, coincidiendo con su hermano Pedro y el mítico René Petit. Con 19 se estrenó con la selección española, en 1928 fue citado para los Juegos de Ámsterdam y tres temporadas más tarde fue fichado por el Real Madrid junto con el vizcaino Quincoces y el eibartarra Errasti. En total, disputó ocho cursos en Primera anotando la friolera de 90 goles.

En 1936, tras el Golpe de Estado franquista, la propaganda fascista le dio por muerto, pero Regueiro apareció en el entrenamiento de la selección vasca, el combinado destinado a recaudar fondos y ejercer de altavoz del sufrimiento del país por el mundo. Siempre con su característica txapela y de ideología izquierdista, Luis Regueiro ejerció de capitán y portavoz del equipo, por lo que su labor fue absolutamente decisiva. Al igual que su calidad, ya que en uno de los primeros amistosos fue capaz de marcarle cinco tantos al Dinamo de Moscú.

Durante la gira por América, ya con el equipo diezmado, Martí Ventolrá también se enfundó la camiseta de la selección vasca. Un futbolista que había destacado como blaugrana, compartiendo delantera con Samitier o el iruindarra Seve Goiburu. El extremo catalán se exilió después de un viaje que salvó al Fútbol Club Barcelona. Después de que los franquistas apresaran y fusilaran al presidente culé Josep Sunyol el 6 de agosto de 1936, el conjunto culé se enfrentó a una difícil situación. En medio de los bombardeos, el directivo Rossend Calvet logró organizar un viaje a México junto a los contactos que disponía el portero Forner entre empresarios del país azteca.

Los 13.000 dólares recaudados por el Barcelona fueron determinantes para la viabilidad del club. Calvet retornó a Catalunya, donde rescató algunos trofeos y recuerdos de las ruinas de la sede situada en la calle Consell de Cent, destruida por los ataques aéreos.

Ventolrá, republicano, independentista y de izquierdas, decidió quedarse en México. No podía volver, su papel como sindicalista le había llevado a defender los derechos de los futbolistas e incluso a pedir la inclusión del Real Madrid en el campeonato catalán para así poder ayudar económicamente al conjunto merengue. No fue el único blaugrana: Gual, Urkiaga, García, Iborra, Pedrol, Munlloch y Tache también se instalaron en México. Regueiro tomó la misma decisión, plenamente consciente de que sería perseguido en el Estado español.

El catalán, conocido como «el caballero de las canchas», jugó también en el España y fue máximo goleador del torneo azteca defendiendo la camiseta del Atlante en 1941. En lo personal, se casó con Josefina Rangel, la sobrina del presidente Lázaro Cárdenas, un mandatario que influyó de forma determinante en la acogida de exiliados y que siempre evidenció su simpatía por la República española. En 1950 rechazó una oferta para entrenar al Barcelona.

Luis Regueiro, por su parte, siguió jugando hasta 1943, primero en el Asturias y posteriormente en el América de México. El año de su retirada contrajo matrimonio con Isabel Urkiola, con la que tuvo seis hijos, y comenzó a dedicarse a negocios vinculados con la madera.

La pasión por el fútbol siguió instalada en sus respectivas familias. Luis Regueiro Urkiola fue un talentoso jugador de la UNAM al que únicamente los problemas en sus rodillas le impidieron contar con una carrera más larga. No obstante, su clase le llevó a ser convocado para el Mundial de 1966, conformando el primer caso de padre e hijo que habían disputado la Copa del Mundo con selecciones diferentes. En la relación del conjunto azteca había otro jugador de origen vasco: Ignacio Jauregi.

Cuatro años más tarde, la historia se repitió con los Ventolrá. Y es que José Vantolrá Rangel –con la “a” en el apellido–, destacado jugador del Toluca, fue citado por el seleccionador Raúl Cárdenas para integrar la relación del Tri que ejercería como anfitrión mundialista, disputando un total de 4 encuentros. Sus hermanos Martín y Jorge también jugadron a fútbol.

Martí Ventolrá falleció el 5 de junio de 1977, mientras que Luis Regueiro lo hizo el 6 de diciembre de 1995. Ambos son auténticas leyendas del fútbol vasco, catalán y mexicano. Su legado, además de en una enorme calidad futbolística y en un compromiso político que les llevó al exilio, reside también en haber formado parte de unas sagas que han agrandado la historia del fútbol azteca. Actualmente, el también vasco Imanol Ibarrondo es el coach de la selección mexicana y el catalán Marc Crosas uno de los analistas más famosos del país.