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«La asistencia de público a los conciertos de órgano ha crecido de forma notable»

Esteban Elizondo estudió órgano en Donostia y Viena, y ha sido director y catedrático de órgano del conservatorio donostiarra hasta su jubilación en 2006. Ha actuado como solista con numerosas orquestas y ha grabado varios discos, y en 2002 presentó en la Universidad de Barcelona su tesis «La organería romántica en el País Vasco y Navarra (1856-1940)». 


El Curso internacional de órgano romántico de la Quincena Musical vuelve a celebrarse estos días, en medio de un ambiente especial, ya que se cumplen treinta y cinco años desde su creación. Esteban Elizondo, que lo puso en marcha allá por 1983, recuerda cómo fueron sus inicios y por qué sigue estando tan vigente.

 

¿Por qué decidió, hace 35 años, poner en marcha el Curso de órgano romántico?

Yo acababa de regresar de Viena, donde había estado estudiando órgano durante tres años, y de vuelta en Donostia fui tomando consciencia del patrimonio organístico de Gipuzkoa. La cantidad de órganos románticos de gran calidad que tenemos en pocos kilómetros a la redonda es algo excepcional en todo el mundo. Y no se trata solo de órganos románticos: también hay un estupendo instrumento neoclásico en el Buen Pastor de Donostia, una joya del Barroco en Ataun... Al percatarme de esta realidad, le propuse a José Antonio Echenique, director de la Quincena, la posibilidad de organizar un curso de órgano romántico, algo que no existía en ningún otro país. Echenique, que siempre ha apoyado este tipo de iniciativas, aceptó enseguida y así nació el curso: primero con pretensiones europeas, pero desde hace ya años con renombre internacional y acogiendo a alumnos de Estados Unidos, Corea del Sur, Japón, Francia, Alemania...

 

¿Qué es lo que hace que el curso sea tan atractivo para organistas de todo el mundo?

Yo diría que es la autenticidad. Cualquier organista busca, ante todo, la autenticidad, y a muchos organistas no les importa recorrer el mundo en busca de ella. Hay que pensar que el órgano es un instrumento muy peculiar, porque están ligados a un lugar y son muy diferentes entre sí, dependiendo de la época, el país y el organero que lo haya construido. Un intérprete que busca la sonoridad original del órgano romántico debe buscar los instrumentos que se empleaban en aquella época, y para eso, el mejor lugar al que se puede venir es a Gipuzkoa. En la basílica de Santa María, por ejemplo, hay un órgano Cavaillé-Coll que es uno de los mejores que construyó este genio de la organería. Pero es que, en Azkoitia, hay otro instrumento excepcional que Cavaillé-Coll construyó 35 años más tarde. Es decir, aquí no solo hay acceso a la sonoridad auténtica del órgano romántico, sino que además puede estudiarse cómo evolucionó a través de los años. 

 

Además de los Cavaillé-Coll, hay otros órganos de gran calidad distribuidos por toda la geografía guipuzcoana. 

Efectivamente. La mayoría de los grandes órganos que tenemos son de origen francés, muchos de ellos de la casa Cavaillé Coll, pero también hay algunos magníficos Stoltz-Fréres, como los de Tolosa o Bergara. Es muy notable también el órgano Walker de 1914 que cobija la Parroquia de San Ignacio, porque está en su estado original. Son muy destacables también los numerosos instrumentos construidos por Aquilino Amezua, así como la joya del barroco ibérico que es el órgano de San Martín de Tours en Ataun. Se puede decir que, aunque domine la tradición romántica francesa, en Gipuzkoa tenemos herramientas más que de sobra para acercarnos a cualquier repertorio desde el Barroco al contemporáneo.

 

Este año el profesor del curso será Michel Bouvard, pero no es alguien desconocido en Donostia.

Bouvard es uno de los grandes intérpretes franceses y, en efecto, en los últimos veinte años ha participado en el curso en seis ocasiones. Además siempre viene encantado por la posibilidad de tocar estos instrumentos. Tanto él como otros profesores del curso, por ejemplo, coinciden en que el órgano de Santa María de Donostia es, probablemente, el órgano mas idóneo del mundo para tocar la música de César Franck. Es el más similar al órgano que el propio Franck tocaba en París, que hace mucho tiempo que desapareció.

 

Poco después de nacer el curso, se empezó a celebrar también el Ciclo de órgano romántico. ¿Por qué decidieron dar el salto a los conciertos?

Fue una evolución natural del curso, aunque después ciclo y curso hayan avanzado en paralelo. Lo que pretendemos con el ciclo es muy sencillo: ya que disponemos de este patrimonio organístico de primera línea mundial, que se toque y que se escuche. Queremos que vengan organistas de todo el mundo, a poder ser especialistas en el órgano romántico, y que pongan en acción estos grandes instrumentos.

La propuesta ha demostrado ser atractiva y todos los años vemos visitantes de otros países que viajan de pueblo en pueblo para escuchar los órganos de Loyola, Tolosa, Azkoitia, Bergara... Además, el ciclo es importante también por un motivo puramente práctico. Los órganos son instrumentos inmensos que sufren el calor y el frio, y que se desajustan con facilidad. El que sean usados con regularidad asegura que se afinan y se arreglan sus pequeños problemas constantemente. Y esta es la mejor forma de que se conserven.

 

En las últimas ediciones, el ciclo ha logrado reunir a más de 4.500 personas. ¿Ha notado que haya crecido la afición por el órgano en Euskal Herria?

No hay que olvidar que, tanto Gipuzkoa como en Euskal Herria, existe una gran tradición en torno al órgano y que prácticamente todos los compositores vascos del pasado han escrito numerosas obras religiosas o profanas para el instrumento.

Dicho esto, sí tengo la impresión de que la asistencia del público a estos conciertos ha crecido de forma muy notable en los últimos años. En esta tendencia, creo que ha contribuido mucho la estrategia de poner una pantalla.

Ahora la gente puede ver al organista sentado en el banco, observar sus manos y sus pies... es algo bastante llamativo. Pero también hemos hecho un gran esfuerzo por traer a intérpretes muy buenos en programas que sean variados y atractivos para todo tipo de público. Esa labor de muchos años ahora está dando sus frutos.

La semana del órgano de la Quincena

Hoy comienza el Ciclo de órgano de la Quincena Musical, que hasta el próximo 12 de agosto ha programado trece conciertos en iglesias de Donostia, Ataun, Usurbil, Azpeitia, Azkoitia, Tolosa, Deba y Hernani. Esta misma tarde se celebrarán los tres primeros: un programa de música barroca en Ataun, de manos de Alize Mendizabal; un recital de Esteban Landart con obras de Franck y Widor en Azpeitia; y la actuación de la organista rusa Marina Tchebourkina en Usurbil.

Esteban Elizondo señala esta última cita con la música para órgano rusa, bastante desconocida fuera del país, y en el que se estrenará el “Segundo gran libro de órgano” del Youri Boutsko. Pero no es el único concierto destacado para Elizondo. «También el recital de Michel Bouvard [mañana en San Vicente de Donostia], por la fama que tiene y porque va a tocar un repertorio en el que es todo un especialista». Subraya asimismo el concierto del día 8 en el Buen Pastor, con Juan de la Rubia, «probablemente el más importante organista español en estos momentos», que estrenará una transcripción de las “Diez melodías vascas” de Guridi que le ha encargado la Quincena. Habrá otro estreno destacado el día 7, una obra de Josep Soler que presentará Ana Belén García en la Iglesia de Iesu. También el día 7, en Santa María de Tolosa, un exalumno del Curso de órgano romántico, Klaus van en Kerkhoff, tocará un programa de música alemana. El ciclo se cerrará el 12 con un homenaje al órgano Cavaillé-Coll de la iglesia de San Vicente de Donostia, que cumple 150 años, al que se unirán el txistu y la voz.

Uno de los intérpretes más llamativos del ciclo es el organista coreano Joonho Park, que ofrecerá dos conciertos el 6 y el 9 de agosto, en Azkoitia y Deba. Elizondo explica que «en Corea del Sur, en los últimos 50 años, se han construido centenares de órganos al amparo de las iglesias protestantes que tienen una presencia muy grande en el país. Han surgido escuelas y universidades en las que se pueden aprender los secretos del órgano, y Joonho Park es un ejemplo de este movimiento: un organista joven, que en el pasado participó en nuestro curso dos veces, y que hoy es el ganador de varios concursos internacionales. M.C.