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SEGUNDO LARGOMETRAJE DE KEPA SOJO

Telleria, un pueblo burgalés que quiere ser vasco... o suizo

Kepa sojo rueda en araba las peripecias de un imaginario pueblo burgalés que quiere ser vasco pero acaba pidiendo su incorporación a suiza. Todo muy berlanganiano. como él mismo.


Un pueblo burgalés incrustado dentro del mapa de Euskal Herria, que ansía ser vasco y, por esas vicisitudes que da la vida, acaba opositando a convertirse en el 27º cantón suizo. Su nombre ficticio es Telleria, el real, Artziniega, villa alavesa fundada en 1272 por Alfonso X El Sabio, a su vez rey de Castilla, y situada geográficamente a solo cuatro kilómetros del límite con Burgos y apenas uno del de Bizkaia. Si a esta ya de por sí enrevesada ensalada identitaria le aliñamos con los ingredientes de un joven «confundido como Dinio en la noche» encarnado por Jon Plazaola, «una chica emotiva» que responde al nombre de Maggie Civantos, una «secretaria que maneja todos los cotarros» a la que da vida Ingrid García-Jonhsson, un «cura cascarrabias» tras cuyo alzacuello ora et labora Secun de la Rosa, un arquetipo de «amatxu vasca» en la piel de Maribel Salas, un «político que defiende una idea y la contraria» como el caso del veterano Ramón Barea, y hasta un «agente del CNI que importuna a todos los demás» tras el que espía el actor portugués Pepe Rapazote, no es de extrañar que el más cuerdo de todos parezca un desaliñado Kandido Uranga que, confiesa mientras apura un pitillo liado, «necesito un Almax». Y como si de un Karlos Arguiñano a los fogones del deconstruido menú se tratara, el director laudioarra Kepa Sojo, que encara estos días su segundo largometraje, doce años después de rodar ‘‘El síndrome de Svensson’’.

El Casco Histórico de Artziniega es un trajín desde mediados de octubre y lo seguirá siendo hasta finales de este mes. «Érase una vez un pueblo español». Con esa frase comienza ‘‘Bienvenido Mr. Marshall’’, obra maestra de Luis García Berlanga, y que bien pudiera ser la primera de ‘‘La pequeña Suiza’’, la comedia coral que Kepa Sojo pergeñó junto a la coguionista Sonia Pacios tiempo atrás y que, según confiesa, tiene mucho del icónico director valenciano.

«Es una película coral, que bebe bastante del mundo de Berlanga. Yo, como historiador, he trabajado mucho su carrera y vamos a utilizar ciertas cosas suyas, como el plano secuencia, muchos personajes, un tono costumbrista... Una comedia para todos los públicos», sintetiza durante el parón de uno de los días de rodaje en que varios de los actores y actrices se sientan a la mesa para degustar un chuletón, este, nada imaginario. Comedia «para reírse», pero también para «reflexionar un poco sobre muchas de las cosas que pasan últimamente, los particularísimos, el garrulismo en parte de la sociedad, pero siempre tratado con un tono amable y en un contexto actual», profundiza Sojo, que imagina ‘‘La pequeña Suiza’’ como una especie de, precisamente, ‘‘Bienvenido Mr. Marshal’’, en donde «la gente que anhela unas cosas intenta buscar una solución para mitigar sus males. Para solucionarlo creemos en quimeras y la solución está en el día a día».

En 60% del rodaje tiene como decorado Artziniega, «porque reúne todas las condiciones y la gente nos ha abierto sus puertas», pero también en Laudio, Orozko, Maroño, Urkiola, Gasteiz... «Estamos cumpliendo los plazos, los figurantes –doscientos en algunas escenas– son geniales, los actores magníficos...», confiesa satisfecho. Todo por el buen devenir de esta «especie de Trebiñu, para entendernos», que «quiere ser País Vasco, y por una serie de cosas que suceden en la iglesia del pueblo –una cripta con la tumba de un descendiente del mismísimo Guillermo Tell–, ellos pueden pedir la adhesión a uno de los países más ricos como Suiza».

Chismorrean, entre toma y toma, que hasta quizá Karra Elejalde tenga su ‘papelito’, e incluso Antonio Resines deje su sello. Habrá que esperar a saberlo, como saber si Artziniega, perdón, Telleria, termina siendo vasca o suiza. Lo que está claro, reza una pintada, ‘‘Esto no es España’’.