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EDITORIALA

Una llamada de atención que empieza por casa


Hace bastantes años que el cambio climático dejó de ser un peligro latente para erigirse en una realidad que se expresa de diversas maneras, a cada cual más alarmante. El aumento de la temperatura global, episodios extremos como sequías y lluvias torrenciales, o incluso desplomes acusados de la temperatura, como el padecido hace días en EEUU, son consecuencia de un fenómeno causado por la intervención del ser humano y que constituye una de las principales amenazas para su pervivencia.

Y Euskal Herria no se libra de sus efectos. Los estudios dibujan un escenario preocupante para nuestro país, cuya fisonomía natural y social tiene altas probabilidades de ser a finales de siglo muy diferente de la que es ahora. Incrementos de hasta cinco grados de temperatura en verano y olas de calor generalizadas, una reducción significativa de las lluvias, siendo estas de carácter cada vez más tempestuoso, entre otras afecciones, alterarán nuestro entorno en cuestión de años. En este escenario general, las grandes urbes son señaladas como principales damnificadas, y lo mismo ocurre con aquellas zonas donde el clima es especialmente árido, como la Rioja alavesa o la Ribera, acostumbrados a rigores que pueden verse multiplicados.

El cambio climático es un reto al que estamos abocados todos los seres humanos, y por ese motivo todo evento destinado a combatirlo debe ser bienvenido. Como la conferencia internacional organizada a principios de marzo en Donostia, «una llamada de atención sobre los efectos perturbadores de la acción humana», según expuso Iñaki Arriola. Pero puestos a llamar la atención, será interesante conocer la opinión de los expertos convocados sobre algunas infraestructuras previstas muy cerca de donde van a departir y que no casan con el catálogo de buenas intenciones expuesto en la comparecencia de ayer. Será un ejercicio gratificante preguntarles, por ejemplo, qué opinan de la instalación de una nueva incineradora en Gipuzkoa.