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JO PUNTUA

La otra eres tú


Mientras esperábamos para intervenir en una tertulia televisiva, un compañero periodista, cincuentón, trajeado, no especialmente conservador, me confesó una barbaridad nada sorprendente de boca de un hombre-hombre: en cada embarazo, me aterrorizaba que nos viniera así. Así se refería a con diversidad funcional intelectual, diciéndolo en bonito. En el plató estaban tratando el tema, de una manera inclusiva y positiva. Pero ni por esas.

La gente neanderthal, esa otredad sobre la que el supremacismo blanco civilizado se proyectó demasiado rápido como especie perfeccionada, y por tanto triunfadora, no deja de darnos buenas noticias. Primero dijeron que no nos conocimos, nos conocimos. Luego que no convivimos, convivimos. Después que no follamos, follamos. Por último, que de esas uniones carnales que nunca se habían dado, no nacieron criaturas fértiles, y resulta que tenemos un porcentaje genético irrebatible neanderthal: somos los otros. Qué maravilla. Una vez leí que el gen pelirrojo es neanderthal, ¡no quiero ni imaginar un mundo sin gente naranja! La gente neanderthal, esa humanidad que no se extinguió porque somos en parte neanderthales, cuidaba de sus seres dependientes en condiciones de supervivencia que no podemos ni imaginar: esto también nos lo han revelado sus huesos, que son en realidad nuestros huesos. No es que tengamos que aprender a amar la diversidad humana, tenemos que desaprender el odio al otro inculcado por sistemas de opresión que han dominado el mundo en beneficio de infames oligarquías. El racismo, el sexismo, la homofobia, el capacitismo, son patrañas anti-científicas, y profundamente anti-humanas. Pero cómo duelen.

La sociedad canadiense de Down ha pedido que la gente con trisomía 21 sea considerada especie en peligro de extinción: casi el 100% de madres, al saber que están engendrando una criatura Down, abortan. Pero hay un vídeo maravilloso en el que una mujer llamada Amber Rojas descubre, al parirla, que su quinta criatura es Down. Esa alegría y ese amor nos salen de dentro; el odio no es nuestro, tienen que inculcárnoslo.