JUL. 10 2019 DE REOJO Cencerro Raimundo Fitero El cencerro es un instrumento de alarma ganadero y un instrumento musical. Es una suerte de tolón, tolón, que nos indica que estamos ante reses mansas, vacas o capados y sirven para saber dónde están pastando, cuando tienen la suerte de hacerlo fuera de esa estabulación que se convierte en una fábrica de leche y filetes con explotación y maltratos de animales vivos. Por eso en los actuales encierros posdramáticos, el cencerro exuberante que llevan las estrellas con los cuernos retorcidos se ha convertido en un peligro. Algún corredor acabará herido por uno de ellos, es el máximo riesgo que pueden correr. O que tropiece un manso y se encadene un descarrilamiento de las unidades posteriores. Las asistencias médicas están acabando con las reservas de Betadine, que es todo lo que usan en el horario de la exhibición de zapatillas y camisetas. Está tan fuera de control que hasta una pareja de novios se han hecho las fotos en la calle Estafeta, con el vallado puesto. Podrían haberse hecho un selfie con los mansos. Las lluvias torrenciales y tirarse a la piscina de dos dedos de profundidad en la Plaza del Castillo seguro que provoca más heridas que el paseo matutino a paso de mulo de los cencerros de la mañana. Estás como un cencerro es una manera de señalar a alguien que no está en su cordura absoluta. Es obvio que los naranjitos en flor están como un cencerro. La Policía Nacional emite un informe en donde queda claro que todo es una mentira más, una provocación mediática, con sus cómplices necesarios. Dicen los maderos que no hubo agresión y que no se lanzaron objetos, solamente un botellín de agua vacío. Arrimadas sigue en lo suyo. No sé si están como un cencerro, si necesitan un cencerro para avisar a todos que llegan por los pasillos y si les han dado con un cencerro en la cabeza en algún encierro del trifacio.