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Interview
LOLA VILLABRIGA
VÍCTIMA DE VIOLENCIA POLICIAL

«Sufrí un acto de violencia que pronto tocará analizar a la Fiscalía de Baiona»

Lola Villabriga resultó gravemente herida, el 18 de diciembre de 2018, al recibir el impacto de una pelota de goma al final de una protesta en Biarritz. La estudiante, que todavía sufre secuelas, espera obtener, a partir de enero, respuestas de los tribunales.


A diferencia de otros casos de violencia policial ocurridos en el Estado francés, en el contexto de las protestas sociales de 2018, y que han sido archivados, en muchas ocasiones con la coletilla recurrente de que «no se ha podido identificar al autor», la «denuncia contra X» que presentó Lola Villabriga tendría, sobre el papel, mejores posibilidades de prosperar.

«De acuerdo a lo que me ha comunicado un comandante de la IGPN se ha podido establecer que no hubo uno sino dos disparos, y se ha identificado a los agentes que los realizaron», explica la joven a GARA.

El informe policial pasará a manos de la Fiscalía de Baiona, a principios de enero, y a partir de ahí quedará por ver si se da paso a una causa judicial.

Ayer se cumplió un año de la carga que le dejó malherida, pero el aniversario le pilla lejos de Euskal herria.

Así es. Ahora vivo en Nantes, donde sigo mis estudios. En setiembre me incorporé a primer curso de Bellas Artes.

Antes de hablar de la denuncia que interpuso tras resultar herida, la pregunta es obligada, ¿cómo se encuentra usted?

Sin duda, este aniversario me hace mella. Hablando con otras personas que han resultado heridas en circunstancias similares, me dicen que efectivamente se siente una sensación extraña. Por un lado, sientes que has seguido adelante y parece que lo ocurrido pasó hace mucho tiempo, y, por otro, te parece como si todo hubiera pasado ayer, porque también en el presente, aunque me haya recuperado, sobre todo en el plano sicológico, sigo padeciendo secuelas.

Sufrió una fractura grave en la mandíbula, lo que le ha obligado a someterse a diversas intervenciones quirúrgicas. ¿Puede dar detalles sobre su actual estado de salud?

En verano me retiraron las placas de osteosíntesis que me colocaron en la mandíbula durante la última operación, por lo que a ese nivel, puedo decir que he vuelto a recuperar la articulación mandibular. El problema que persiste es el de la dentadura. Pese a que haya sanado, la mandíbula no es la misma, y eso influye en la dentadura. Recientemente me trataron de una infección. Con el impacto de la pelota de goma perdí de entrada un diente, pero me han tenido que desvitalizar otro, que no sé si va a aguantar.

Por tanto, sigue usted bajo control médico.

Me han tratado en Nantes pero mi idea es acudir en cuanto pueda a mi médico dentista en Baiona para que me haga un implante y en general para que valore lo que debo hacer para evitar nuevas infecciones o pérdidas de dientes. Actualmente, la zona en la que recibí el impacto está todavía muy sensible, va mejor pero no está como antes, y no quiero arriesgarme a que dentro de un año pierda más piezas de mi dentadura.

¿Qué le evoca aquel 18 de diciembre en Biarritz en que una protesta ciudadana con motivo de una reunión preparatoria de la Cumbre del G7 terminó para usted en tragedia?

Esa fecha me evoca un acto de violencia del todo gratuita. Desde entonces, he ido a otras manifestaciones, en cierto modo me he forzado a acudir y a no escapar luego a causa del miedo.

Tras resultar herida, en las calles de Biarritz y Baiona se vivieron actos espontáneos de solidaridad y denuncia. ¿Ayuda esa imagen a realizar ese ejercicio difícil de memoria?

Desde luego. Es algo que no olvido, por más que también sea difícil de olvidar cómo se me quedó el rostro, o el impacto sicológico de lo ocurrido. Aunque voy avanzando, todo no ha vuelto a ser como antes, y recordar lo ocurrido me hace tomar conciencia de lo que he sufrido.

Meses después, en una entrevista con usted y con otro herido vasco, el baionarra Antoine Boudinet, me explicaba que había optado por presentar una «denuncia contra X» porque necesitaba saber el porqué de lo ocurrido. ¿Qué recorrido ha tenido su denuncia ?

Es cierto que ha pasado un año y sigo esperando, pero a diferencia de otras personas heridas cuyos casos dan vueltas y vueltas, en mi caso ha habido algunas novedades. El comandante de la Inspección General de la Policía Nacional (IGPN) que sigue mi caso me ha contactado con cierta frecuencia. A principio del curso escolar, en una de esas llamadas, me informó de que se produjeron dos disparos casi en el mismo momento, y pensé que quizás eso le llevaría a decir más tarde que no se podía establecer la autoría. Sin embargo, con posterioridad se ha puesto de nuevo en contacto conmigo para informarme de que los dos autores de los disparos han sido identificados.

Por mi parte, he vuelto a ver al médico forense que me visitó hace un año para que haga un informe actualizado de las secuelas. A partir de ahí, ya con todos los elementos, el comandante debe acudir a principios de enero a entregar su informe al procurador (fiscal) de Baiona.

Entiendo que se abre la oportunidad de que su denuncia desemboque en causa judicial.

En todo caso, la investigación de la IGPN ha concluido. Tienen todos los elementos precisos. A partir de ahí, deben poner la denuncia en manos de la Fiscalía, y será entonces cuando se decida primero si se juzga y después qué se juzga.

¿Qué decisión espera ?

No espero nada en concreto. Una vez de que este procedimiento acabe, creo que, en todo caso, daré el paso de presentar una denuncia más general, dirigida al Estado. Esta «denuncia contra X» era un primer paso de cara a aclarar lo ocurrido y señalar a un responsable.

Los policías están acostumbrados a estar al abrigo de todo. Hace un año que espero. He tenido que soportar muchas cosas y esa persona seguramente ha pasado este tiempo tan tranquila. Cuando una persona es depositaria de la autoridad pública y tiene un arma en las manos tiene una responsabilidad. Me conformo con que ese policía se vea confrontado a asumir la suya.

No está usted, deduzco, en una lógica punitiva.

Creo que no llevaría a ningún lado pretender que este agente vaya a prisión, algo que, por otra parte, es evidente que no va a ocurrir. Pero sí, no estoy en una lógica punitiva, sino más bien de asunción de responsabilidad.

Personas que han perdido un ojo, otras que han sufrido graves mutilaciones… Después de lo que le pasó a usted, el balance de la violencia policial ha seguido aumentando. ¿El Estado ha sacado alguna lección de todo ese sufrimiento? ¿Percibe usted algún cambio ?

A mi modo de ver no ha cambiado nada. Sigue habiendo una resistencia a reconocer lo que ocurre, sigue imperando el negacionismo respecto a la violencia policial. Aquí mismo, en Nantes, la situación es de tensión. Pese a todo, yo trato de mantenerme activa, y de implicarme en las luchas en la ciudad por conseguir espacios, por hacer valer derechos. Por otra parte, también quiero destacar el trabajo que realiza el colectivo de personas heridas y mutiladas con el que nos hemos manifestado en París, en Burdeos, en enero próximo volveremos a hacerlo en Montpellier. Me parece importante estar ahí para hacer patente que esto no puede seguir así, que hay que tomar medidas, que deben cambiar las cosas, porque ese monopolio en el ejercicio de una violencia injusta y desproporcionada es absolutamente inaceptable.