JUL. 04 2020 CRÍTICA «Ana Karenina: La venganza es el perdón» Este Conde Vronsky no es del gusto de Putin Mikel INSAUSTI Después de ver tantas y tantas adaptaciones del novelón de Tolstoi, ya sea en el cine o en la televisión, me cuesta distinguir unas de otras, y es como si en conjunto formasen un retrato caleidoscópico de esta mujer decimononónica marcada por su fatal y trágico destino. En definitiva es la cantidad de facetas observables la que justifica que se sigan haciendo versiones de una historia sobradamente conocida en su esencia, más aún si se consigue aportar un punto de vista nuevo y diferente. De esta producción rusa era de esperar su fastuosa e imperial puesta en escena, pero sorprende el tratamiento y enfoque nunca antes vistos que ofrece. Y es que se centra en la figura del Conde Vronksy, sin perder de vista la influencia más allá de su muerte de la verdadera y eterna protagonista del relato. Digamos que el amante de la Karenina hace las veces de narrador, y es a través de sus recuerdos invocados desde la vejez cómo nos adentramos en una figura añorada con paz y distancia. Karenin, el marido, representa la arrogante virilidad rusa con la que se identifica Putin, y bien podría ser una caricatura del actual zar dispuesto a perpetuarse en el poder. Por el contrario, su oponente Vronsky diríase poseído por el alma de su amada Karenina, siendo mucho más femenino y sensible. No sé si dicha lectura será fiel a la idea primigencia de Tolstoi, pero el escritor se inspiró en la hija del poeta Aleksandr Pushkin, y en ese sentido todo podría encajar. El anciano Vronsky encuentra su refugio en Manchuria mienras se recupera de las heridas de la Guerra entre Rusia y Japón, pero incluso hasta allí le persiguen los fantasmas de una pasado doloroso que se remonta a treinta años atrás. El veterano cineasta armenio Karen Sajnazarov conserva su originalidad innata en medio de un contexto predeterminado, como ya lo hizo en su curiosa y muy recomendable cinta bélica “Tigre blanco” (2012).