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Muere el saxofonista Pedro Iturralde, autor imprescindible del jazz

Pedro Iturralde Ochoa (Falces, 1929), saxofonista, clarinetista, compositor y catedrático en el Real Conservatorio de Madrid, falleció ayer a los 91 años. Figura imprescindible del jazz, fue un creador inagotable que decía haber nacido músico. Fue pionero de la fusión jazz-flamenco y colaboró sobre el escenario con los más grandes del género. Perdió la cuenta de los miles de conciertos que ofreció y la cantidad de discos que grabó en ocho décadas de carrera.


La muerte tocó la puerta del saxofonista y compositor navarro Pedro Iturralde Ochoa ayer, a los 91 años de edad. Figura imprescindible de la música del jazz en el Estado español, su marcha lo convierte ya en leyenda del género. Un creador que decía que nació músico y que fue pionero de la fusión jazz-flamenco.

Nacido en Falces en julio de 1929, apenas contaba con ocho año cuando debutó tocando en la banda municipal y luego con la orquesta «de baile», en la que tuvo «la inmensa suerte» de que su director tuviera un archivo de discos en los que escuchó por primera vez a Duke Ellington o Coleman Hawkins. Aquello fue una revelación, como él mismo rememoró el pasado año, en una entrevista con Efe con motivo de su 90 cumpleaños.

Ese descubrimiento le empujó directamente a los brazos del jazz, a querer saber y más y más de aquella música que le «tocaba el corazón», en la que percibía aquella mezcla mágica de individualidades y unidad.

Según reveló, le habría gustado mucho tocar junto a Stan Getz y con el también estadounidense Sonny Rollins pero podía presumir de haberlo hecho con Gerry Mulligan, Lee Konitz, Donald Byrd, Hapton Hawes e incluso Paco de Lucía, con quien grabó en 1967 “Jazz flamenco”, un estilo que el mismo Iturralde creó y alimentó.

Compaginó sus estudios de violín y piano con actuaciones en las que acompañaba a cupletistas, a los 17 ya poseía una técnica impecable y a los 18 debutó profesionalmente en Bilbo. Desde ahí su carrera se extendió al extranjero, dando conciertos en Europa y América. En 1949 compuso una de sus obras más famosa: “La pequeña Czarda”, para saxo y piano.

De Falces al mundo

A mediados de los sesenta se instaló en Madrid y en apenas un año completó la carrera de saxofón en el Conservatorio Superior de Música de Madrid, centro en el que fue catedrático de saxofón e impartió clases entre 1978 y 1994, hasta su jubilación. También estudió clarinete, violín, flauta, piano y armonía. Además dominaba las guitarras eléctrica y española.

Iturralde viajó a EEUU en 1972 para perfeccionar sus conocimientos y en Boston concluyó sus estudios de composición gracias a una beca en el Berklee College of Music de Boston.

Una etapa decisiva fue la de sus diez años en el “Whisky Jazz Club de Madrid”, donde actuó con los más grandes de género. Allí conoció al gran Tele Montoliu, hasta que la gran cantidad de nicotina que acumuló en sus pulmones, sin haber sido nunca fumador, estuvo a punto de pasarle factura. Este revés le hizo cambiar la vida nocturna por la docencia en el Conservatorio. «Siempre me gustó más aprender que enseñar, pero luego, con el tiempo, me he dado cuenta de que se aprende mucho enseñando», señaló en una ocasión.

Iturralde lo decía: «mi amor es el saxo». Con su inseparable cuarteto, que le acompañó desde los años 80, combinaron también el jazz con otras músicas como la clásica, interpretando piezas de varias orquestas. Perdió la cuenta de «los miles de conciertos» que ofreció, de la misma forma que tampoco contó «nunca» los discos que grabó como solista, con su grupo o acompañando a artistas en las más de ocho décadas de carrera.