DEC. 20 2020 Plácido Iratxe FRESNEDA Docente e investigadora audiovisual Madre, en la puerta hay un niño y gritando está de frío, anda dile que entre y así se calentará, porque en esta tierra ya no hay caridad, ni nunca la ha habido ni nunca la habrá». Así acaba “Plácido”, la película que Luis García Berlanga consiguió colar a los censores del franquismo. Nominada a los premios Oscar, escapó, hasta cierto punto, de la mirada obscena de un régimen que usaba la caridad para lavar conciencias y que daba la espalda a la solidaridad, confundiéndola con donar lo que nos sobra. “Plácido” habla desde el humor naif, desde la ironía descarnada, de un trabajador que tiene que abonar la primera letra de su motocarro antes de la puesta del sol. Acompañado, entre otros, por Rafael Azcona, en el proceso de elaboración del guion el retrato de una colectividad patética no pudo con la fuerza internacional de Bergman y el Oscar se lo llevó el sueco por “Como un espejo”. En 2021 cumplirá 60 años esta ‘comedia- denuncia’ surgida de las entrañas, que provoca que la risa se congele. “Plácido” es una película que también habla de la incomunicación, de hablar sin entendernos. En la cinta, los personajes se mueven, no se detienen para establecer una comunicación, como decía el propio Berlanga. Las conversaciones sin pausa o las voces que se superponen, generan en el espectador una sensación de angustia y tensión que lo transporta de lleno al universo de la película. Un universo en el que, aún hoy en día, puede mirarse una sociedad que está lejos de haberse librado de la cultura del franquismo. Siente a un pobre en su mesa, para que se coma las alitas y usted la pechuga.