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OCUPACIÓN MARROQUÍ DEL SAHARA

La guerra silenciosa del Sahara Occidental en el campo de batalla de la red

Lejos de los bombardeos en el muro y de las batallas diplomáticas en el cuadrilátero internacional, el Frente Polisario y Marruecos, junto a sus aliados, libran otras batallas no menos importantes. Se trata de aquellas que llevan a cabo en la red: Rabat cuenta con un potente ejército de hackers, pero los saharauis ya le han dado alguna sorpresa.


Yahidi (nombre ficticio por temas de seguridad) es un ciberactivista saharaui. Lleva viviendo en la provincia de Cádiz (Andalucía) desde el año 2004. Fue uno de esos miles de niños que llegó a la península en verano para pasar las vacaciones en una familia española. «En un control médico me detectaron una cardiopatía y me quedé a vivir y a estudiar en España con la familia que me acogió en verano», cuenta. Estudió Informática, «más por mi cuenta que en la universidad», y se encandiló con el ciberactivismo y con la irrupción de Anonymous en las protestas que él considera justas. El joven independentista es una de las decenas de hackers del Polisario que actúan en la red ante el todopoderoso Marruecos.

Desde 2011, el reino alauita lleva invertidos más de 100 millones de dólares (82 millones de euros) en materia de ciberseguridad, aunque según las fuentes estas cifras puedan variar en unas decenas de millones arriba o abajo. Sin lugar a dudas, la nación de Mohamed VI es una de las potencias del Magreb en cuanto a tecnología cibernética. Gran parte de ese dinero se ha invertido en crear una armada de hackers que, bajo el mando Yassin Manssouri, actúa en contra de todo aquel que en la red dirija palabras o difunda información que no sea favorable a los intereses marroquíes: saharauis en las redes sociales, políticos del Polisario, periodistas del país o del extranjero (incluido el que escribe estas líneas) e incluso ministerios argelinos, como el de Sanidad durante la primera etapa del covid.

Desde su sagrado púlpito de la Dirección General de Estudios y de Documentación, Manssouri ha creado este ejército convirtiéndo a Marruecos en el primer país africano que ya no depende de la tecnología que Israel y Estados Unidos alquilan a terceros para luchar en el plano virtual. Incluso han creado una escuela de élite hacker: Campus 1337.

Marruecos lleva años impulsando su propia industria armamentística, con tecnología propia, y la cibernética no es ajena a esta política de producir armas propias. Así queda fuera de escándalos de ilegales ventas de armas que podrían salpicar no a ellos, sino a sus vendedores en sus respectivos países (como sucedió con los Ejecutivos de Obama o Zapatero). Que le dejen sin suministros no le importará en breve a Mohamed VI. Hasta los drones se fabricarán en Rabat. Incluso han lanzado dos satélites de vigilancia con su nombre que no solo vigilan los alrededores del muro y al vecino argelino, sino también a la flota militar española de Canarias.

Moroccan Revolution y Hawks Moroccan Sahara, respectivamente, son dos de los grupos más activos en contra del Polisario y de simpatizantes de los saharauis que hay en la red. El primero ha sido acusado varias veces por la Inteligencia argelina de la época de Gaid Saleh de estar detrás de los ataques cibernéticos contra el Servicio de Prensa Saharaui de Rabouni desde 2012. Incluso cualquier intento de crear una página en Facebook para cubrir los eventos del Sahara se encuentra con decenas de falsos perfiles al ataque ya desde su propia creación. La libertad de expresión no existe para los hackers marroquíes.

El «caso Chris Coleman»

Pero también el ejército de piratas informáticos marroquíes se encontró con su David en el campo de batalla. Un hacker que se hacía llamar Chris Coleman les sacó los colores al publicar varios emails y documentos en una cuenta anónima de Twitter. Políticos y celebridades quedaron al descubierto como miembros del lobby promarroquí en el extranjero: Jordi Pujol, Carmina Ordóñez, Felipe González, Josep Borrell, Juan Goytisolo...

«No soy Chris Coleman», asegura Yahidi a GARA. «Es imposible que solo haya un Chris Coleman. Es un equipo. No sé quiénes son, pero disponen de una tecnología que el Frente Polisario no tiene. Creo que es más bien un equipo de contraataque de la Inteligencia argelina. Entre los dos países hay un enfrentamiento en este sentido. La persona que señalaron como Chris Coleman no tiene nada que ver con el mundo hacker», añade. Yahiri habla de Mohamed Mahmoud Mbarek, un profesor argelino de programación que fue señalado como el gran cerebro y único ejecutor del ataque, si bien más tarde se demostró que era imposible que fuera el hacker más famoso del Magreb.

«Marruecos tiene tecnología que ha alquilado a la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) americana. Se puede ver en los tipos de ataques que ejecuta contra servidores argelinos y la capacidad de robar información que tiene por muchas capas de seguridad que tenga el objetivo», explica el joven hacker vía Signal. «Bajo el pretexto de ser uno de los policías del Mediterráneo en contra del terrorismo yihadista, utiliza esa tecnología prestada para esos asuntos (sic) para intereses propios como encontrar activistas contrarios a Mohamed VI y atacar al Frente Polisario o a Argelia. Sabemos que todas las comunicaciones de WhatsApp en el país están pinchadas. Facebook tuvo problemas para asentarse en Marruecos ya que el majzen [poder palaciego no democrático en árabe coloquial] quería vigilar todos los movimientos y conversaciones de las personas que pidiera. Facebook se opuso, pero al final accedió ya que podía quedarse fuera de un mercado muy importante si no accedía a las peticiones de Rabat», apunta.

El hacker Chris Coleman también destapó el caso de la ministra francesa Rachida Dati, que era parte de un lobby marroquí para impulsar que el acuerdo de pesca con la Unión Europea incluyera también las aguas del Sahara, aunque la legalidad internacional lo prohíba expresamente.

Moroccan Revolution

Uno de los grupos más activos en contra de simpatizantes del Frente Polisario es Moroccan Revolution. Es considerado por hackers expertos como el único colectivo capaz de hacer daño estructural a países importantes. En varios de sus ataques a portales web cuelgan una página en la que se ve el mapa del Gran Marruecos, ensoñación imperialista alauita que incluye no solo el Sahara Occidental sino gran parte de Argelia, Mauritania y norte de Mali.

Según varios foros de seguridad cibernética, este grupo en especial, junto con Moroccan Ghosts, ha sido muy beligerante con Israel y su política en contra de los palestinos tanto como con Argelia. Uno de estos foros es conocido como Interpage y registra los ataques descubiertos de estos grupos.

Desde el año 2015 han acumulado contra Argelia más de 511 ataques desde Estados en su mayoría europeos (Francia y Alemania, sobre todo), a razón de cinco ataques semanales contra colegios, ministerios o páginas personales y blogs. Desde que Marruecos ha entrado en un nuevo enfrentamiento con el Polisario, los ataques se han cuadruplicado.

«El Polisario poco puede hacer desde los campamentos contra estos ataques. Sus infraestructuras y la velocidad de conexión imposibilitan cualquier tipo de ataque, e incluso de defensa», añade Yahidi. «Pero a la vez también juega a favor de los saharauis. No se puede interceptar la comunicación que no existe. Las comunicaciones internas del Polisario son mucho más rudimentarias y solo con un topo dentro podrían ser interceptadas. La comunicación principal entre mandos militares es por correo de voz; es decir, mandan a un soldado de confianza a dar la orden o el aviso. Sabemos que incluso han disminuido las comunicaciones por teléfono vía satélite sabiendo que ya hay satélites marroquíes por encima de nuestras cabezas», afirma.

Un caso con periodistas vascos

Rabat no utiliza esa tecnología para su beneficio en el terreno militar contra el Polisario. Hasta ahora, al menos, ninguna de las partes ha dado a conocer ataque o percance alguno. Los hackers parapetados por la Dirección General de Estudios y de Documentación (la Gestapo marroquí) apuntan en otra dirección: la opinión pública mundial. Cualquier intento de activistas prosaharauis de mandar información o realizar una campaña a favor de su causa desde territorio marroquí es respondido con ataques cibernéticos, e incluso la detención casi inmediata de dichos activistas. Así, el eco que estas campañas puedan tener se ve minimizado, si bien Twitter ha adoptado medidas para que esto no suceda.

Uno de esos casos ocurrió a la vista de decenas de periodistas vascos la semana pasada, cuando el activista Ahmed Ettanji hablaba por Skype con ellos y su conexión y la de todo el barrio fue cortada imposibilitando su comparecencia.