MAY. 10 2022 CRÍTICA «Downton Abbey: Una nueva era» Entre tés y apéritifs Koldo LANDALUZE Ser fiel a lo que sedujo a su legión de seguidores. Esa es la consigna que mueve a “Downton Abbey: Una nueva era” y con la que se ha querido tributar una despedida acorde a las espectativas que despertó un proyecto con el que se ha querido, además, dar respuesta a los puntos suspensivos que dejó la primera película de 2019. El detonante de esta secuela fílmica parte de la confesión que Violet Crawley, la condesa viuda de Grantham –a la que da vida la veterana y siempre magnífica actriz Maggie Smith–, hace a su hijo y al resto de familiares cuando revela que tuvo una relación fugaz con un hombre y que se encuentra en posesión de una villa francesa. Prendida la mecha de esta revelación inesperada, la trama concentra buena parte de su atención en relatar las vacaciones de verano que transcurrirán en dicha villa y revelar los misterios de dicho legado, incluída la identidad de su anterior propietario. Entre sus principales garantías figuran el recurso de su reparto original –liderado por Hugh Bonneville, Michelle Dockery, Imelda Staunton y la ya mencionada Maggie Smith–, la suma de Hugh Dancy, Nathalie Baye, Laura Haddock y Dominic West; el guion de su creador –Julian Fellowes–; una dirección eficaz a cargo de Simon Curtis y una cuidada puesta en escena. Elegancia, sofisticación y ciertos toques frívolos hacen que la película no caiga en la trampa de su propio acomodo y, si bien está a distancia sideral de “Gosford Park”, topamos con algunas situaciones interesantes, sobre todo las relativas al cuestionamiento de ciertos códigos morales dentro de la encorsetada aristocracia británica. Por lo demás, todo transita por los cauces consabidos de que los ricos hasta parecen afables y terrenales y los pobres parecen ser felices con su status. Se trata, en definitiva, de un producto con empaque y que logra su cometido de entretener tanto a sus seguidores como a los neófitos.