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DE REOJO

Centralismo


A estas alturas de la vida disruptiva, aceptar que el centralismo es una cuestión que los genetistas políticos achacan a la historia es admitir una falacia. Los de extremo centro son figurones de una comedia costumbrista en la que se trata de convertir la nada en una salsa funcional. Es decir, centrismo es a centralismo lo mismo que aspirina es a aspirante. Por cierto, ¿dónde está el centro en Euskadi sur? O dicho de manera perifrástica, ¿dónde hay más centralismo, en Bizkaia o en Nafarroa?

La cuestión central es que los ingleses tienen la bendita costumbre masoquista de hacer mociones de censura interna dentro de los partidos de Estado para mandar al guano a su propio presidente o presidenta. Boris Johnson ni se despeina tras comprobar como un cuarenta y tantos por ciento de los miembros de su propio partido están a favor de hacerle una moción de confianza. Debe ser un fundamento de ese sentido del humor inglés tan realista y centrado que le da por poner un holograma de su reina en el jubileo.

Pero ese ente que sigue siendo un nido de tensiones partidistas, RTVE, ha dado muestras de poco fundamento. Un debate televisado con seis candidatos a presidir la Junta de Andalucía, una periodista del centro andaluz y uno de los pesos pesados de Madrid, aunque de origen gallego, para conducirlo. Y después un debate y ahí está lo bueno, todos los periodistas eran de periódicos madrileños y era evidente que miraban a la Moncloa o no a San Telmo. Es decir, el centralismo, no democrático, ni liberal, ni animalista, el centralismo congénito, vergonzante, diferencial. Las periferias son simples graneros de votos, complementos directos circunstanciales para el objetivo mayor: el gobierno del reino de España. Y para ello los analistas deben pensar en centralismo no en autonomismo.