Patinetes y cuerpos

Los afrancesados acabamos penando entre nuestras contradicciones y nuestro cartesianismo, siempre a lomos de la Ilustración, maltratado ahora por la inteligencia artificial manoseada. Los patinetes eléctricos son instrumentos del maligno disfrazados de instrumentos salvíficos para la micromovilidad. En París y por consulta popular, han prohibido los que son de alquiler, no los que tienen propietario individual, lo que abre un conflicto de intereses y vuelve a colocar una pátina más gruesa de significación negativa al concepto alquiler.

Porque esta prohibición nos induce a pensar que un usuario del patinete eléctrico propietario del mismo es más prudente, más respetuoso con sus semejantes, que el ocasional, el que lo alquila para un determinado servicio. La verdad es que cuando uno va tranquilo por una acera y le pasa rozando un patinete, eléctrico o no, le da lo mismo la inmatriculación del vehículo, lo que desea es que se acabe de una vez con esta auténtica inseguridad vial.

Miramos desde hace tiempo a París y a toda Francia por sus manifestaciones y decisiones políticas y nos coloca en un punto de incertidumbre la polémica desatada porque una secretaria de Estado, Marlène Schiappa sea portada del “Playboy” francés, y tenga en su interior varias páginas con una entrevista profunda donde habla de asuntos candentes en la sociedad francesa y muestra su cuerpo de mujer madura con total libertad. Las reacciones en su contra parecen cargadas de esa moralina difusa que ahoga, mezclando en la crítica nociones muy arcaicas superadas por los acontecimientos históricos.