NOV. 01 2024 DE REOJO Sin cobertura Raimundo FITERO Las tormentas se desplazan, las nubes descargan muchos metros cúbicos de agua, pero en la tierra, además de inundaciones, desastres y penas, falta lo que se daba por asegurado: la luz, el agua en las casas y edificios. Las televisiones nos transmiten testimonios en directo, es muy difícil atrapar el auténtico significado de esas peregrinaciones de cientos o miles de personas recorriendo kilómetros para buscar agua potable o alimentos. Una de las necesidades que más se repiten es la falta de cobertura para su teléfono móvil. Y no es una angustia paradójica, ya que sin luz en sus casas no pueden encender la televisión ni cargar sus móviles, dependen de las pilas de los transistores para informarse, y sus propios teléfonos sin cobertura son un objeto inanimado no que sirve para comunicarse con los demás. De repente la sociedad del bienestar o su simulación queda al descubierto. Esos servicios básicos privatizados tan caros, que parecían asegurados de manera casi divina, fallan. Las eléctricas, pese a sus cuentas de resultados y tarifas, tiene a más de setenta mil personas sin luz, sin que funcionen sus neveras, sus respiradores, su cocina, ni el wifi. Ya son ciento cuarenta muertos. Las cifras empiezan a ser espantosas. Las responsabilidades de toda índole se deben dilucidar con rapidez. Las aseguradoras estarán con el algoritmo calculando minimizar su respuesta. Sigue la ciudadanía caminando en busca de agua potable, quejándose de la falta de ayuda institucional real. Las montoneras de coches son un manifiesto hiperrealista de la desolación. El drama está en la mitad del primer acto.