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DE REOJO

Retrato robot desdibujado


Vengo con una duda que me atrapa por la cola del supuesto conocimiento inducido. ¿Qué sabemos en realidad de los países, naciones o Estados de los que hablamos y/o escribimos de manera habitual? Cuando nos muestran los mapas donde se describen las situaciones climáticas pasadas, presentes o futuras, ¿vemos en realidad todo lo que abarcan y lo que se dejan fuera de la infografía? La voz del GPS, ¿es fiable, describe con conocimiento o se mueve por fotos fijas que no se han renovado?

Si yo escribo Haití, ¿en qué estoy pensando realmente? Si opino sobre su situación política o económica ¿en qué me baso? ¿Con cuantas personas haitianas he hablado en mi vida? Mi conocimiento de la vida allí es una construcción narrativa formada a base de retazos de medias verdades, impresiones pasajeras, vídeos editados para dar una idea oportunista de lo que allí sucedió o sucede. Estas reflexiones me han asaltado de madrugada prostática cuando un noticiario radiofónico informaba de la detención del expresidente surcoreano, la decisión de Biden de sacar a Cuba de la lista de países que apoyan al terrorismo acompañada de una adenda que aseguraba que salían quinientos presos de sus cárceles y un conglomerado de noticias boomerang sobre Gaza, Israel, Siria y Venezuela que conformaban un retrato robot que me llevó al insomnio que me mantiene todavía en vigilia.

Todo ello me vuelve escéptico, suspicaz e incapaz de emitir juicios medianamente aseverativos sobre nada dentro de la zona gris del puede ser. Ese territorio que lleva a la desconfianza.