El tren de la Bruja

Por inercia, cada mañana, al abrir el ojillo y las trompas de Eustaquio, espero encontrar noticias que acaben con la incertidumbre que me tiene en vilo: ¿qué va a ser de Talgo? Hay goteo de dimisiones en su consejo de administración, parece que lo que tenía apariencia de movimiento económico se ha trufado de intervenciones políticas de alto perfil y cada vez que se acercan a una posible solución, aparece un nuevo problema lo que hace que no seamos capaces de comprender exactamente qué está pasando y, para los legos en estos menesteres, quién toma las decisiones y para qué se necesitan estas intervenciones de capitales provenientes de diversas partes de la esfera de inversores con respaldo estatal o asimilado que pululan por las trincheras de las bolsas.

Así que esa empresa que parece boyante, que nos cuentan que necesita recapitalización porque le van las cosas bien y hay que modernizarla para hacerla más eficiente, se está convirtiendo en el terreno de las finanzas y las titularidades de sus decisiones en una suerte de tren de la Bruja que da escobazos cada vez que entra en el túnel de la negociación abierta y eso que llaman opa y que parece una sopa de letras con menudillos y despojos. No sé si en estos precisos momentos hay que practicar nacionalismo industrial ferroviario, pero la ubicación de los talleres afecta bastante a los núcleos de población concernidos y en esta ducha fría de aranceles y demás despropósitos trumpistas hemos descubierto algo que nos deja anonadados: se exportan a USA muchos millones de euros en vías de tren. Como lo leen.