GARA Euskal Herriko egunkaria

Egaña arroja luz sobre el BVE (1975-1983), más letal e impune que los GAL

Aunque estas tres siglas se lean hoy más difuminadas que las de los GAL, el BVE -Batallón Vasco-Español- mató a 40 ciudadanos vascos en un momento histórico crucial: se jugaba la partida entre ruptura y reforma tras Franco. Se prolongó hasta 1986 con 600 acciones y lo describe ahora Iñaki Egaña en «Impunes».

Iñaki Egaña presentó ayer en Donostia «Impunes» y dentro de una semana lo hará en Baiona, esta vez con Josu Urrutikoetxea. (Jon URBE | FOKU)

‘‘Impunes’’ es un libro de pequeño formato que disecciona en 190 páginas la historia trágica y el significado político del Batallón Vasco Español. Todo un «paraguas» criminal que englobaba a otras organizaciones y cuya dimensión ha quedado algo solapada por los GAL pese a ser más sangrienta. Iñaki Egaña, autor de la obra, subraya algo que puede sonar sorprendente, sobre todo para las generaciones más jóvenes: cometió más de 600 acciones y provocó 40 muertes, 13 más que los GAL.

Editado por Txalaparta y con prólogo de Josu Urrutikoetxea, el trabajo llega justo 50 años después de la activación de esta expresión de terrorismo de Estado. Duraría ocho años, atentando a los dos lados de la muga (e incluso en Venezuela) y no solo contra refugiados, sino incluso de modo indiscriminado (el bar Aldana de Alonsotegi como ejemplo).

Empezó en un contexto muy marcado: los estertores del dictador Franco y la «gran esperanza» de lograr una ruptura. «Hasta la década de los 70 el régimen recurría a todos los tipos de represión porque todo era legal, se hacía con naturalidad. Pero tras el Proceso de Burgos tenían que mantener más las formas y comenzaron las fórmulas parapoliciales, como los Guerrilleros de Cristo Rey», manifestó Egaña en la presentación en Donostia.

Aunque, por ejemplo, los autores fueran ultraderechistas, «había un Estado detrás», subrayó ayer Egaña, citando como raíz al Seced, luego Cesid y ahora CNI. Un ejemplo claro es el del atentado en Venezuela contra Espe Arana y Jokin Alfonso, puesto que se usó la red de la Embajada española.

En caso de tener que fijar un «señor X» para el Batallón Vasco-Español, Egaña señalaría sobre todo a Manuel Fraga en el origen, «aunque los presidentes del Gobierno y el rey también lo sabrían».

VIOLACIONES, DESAPARICIONES...

En su trayectoria, el historiador donostiarra destacó la importancia del ataque de Montejurra en 1976, porque allí surgió un «magma» de ultraderechistas, mercenarios, fascistas… que luego tuvo mucho desarrollo. Para completar el contexto internacional, eran los tiempos de la Red Gladio de la OTAN y la Operación Cóndor de EEUU en Latinoamérica, que patentaban nuevos métodos de tortura, desaparición, ejecuciones…

Las violaciones, por ejemplo, habían sido una práctica en la guerra de Argelia, que se importó luego a Euskal Herria en los casos de María José Bravo y Ana Tere Barrueta, a las que además mataron posteriormente. Qué decir de las desapariciones forzadas, aún sin esclarecer en los casos de Eduardo Moreno Bergaretxe, Pertur, (1976), José Miguel Etxeberria Alvarez, Naparra, (1980) y Tomás Hernández (1979).

En los atentados perpetrados en Ipar Euskal Herria aparece un modus operandi similar, por ejemplo en los atentados contra Josu Urrutikoetxea y José Miguel Beñaran Argala, (que no sobrevivió).

Los realizados al sur tienen una tipología más variada y también un carácter más arbitrario. El denominador común es la impunidad, salvo alguna excepción como la condena a Ignacio Maria Iturbide, Piti, y Ladislao Zabala («Triángulo de la Muerte») o la impuesta a Jesús Hellín por matar a Yolanda González.

Egaña no necesita presentación, entre otras cosas por ser colaborador de GARA-NAIZ desde hace muchos años. Pero no está de más recordar que a lo largo de su trayectoria ha publicado más de 50 libros; no solo históricos, sino también de ensayo o novelas. Su nuevo trabajo se presentará en Baiona el próximo miércoles, esta vez con la participación del prologuista, Josu Urrutikoetxea.