Soñar con las vacaciones

Es verano y, probablemente, muchas somos conscientes de que lo es por la llegada de los Sanfermines. Hace tiempo que dejé de identificar el verano con las vacaciones; es más, hace tiempo que desligo, como muchas otras personas, las vacaciones con el no trabajar. Siempre hay algo pendiente para las personas que trabajamos en el ámbito de la cultura, a última hora es fácil que nos llegue un encargo. Es más que probable que se cuele alguna petición a través del email o del teléfono.

Muy a mi pesar, cada año planeo las vacaciones como si fueran a suceder en una isla desierta, impenetrables. La realidad me pone en mi sitio cada verano, no bastan las buenas intenciones. Si no es una cuestión laboral, son los cuidados. Siempre se cuela la vida en mis vacaciones ideales y holgazanas en las que me visualizo cerca del mar, durmiendo plácidamente, leyendo, bañándome, haciendo nada y pensando bien poco. Pero tal y como recitaba Lorca, por mucho que cierre mi balcón, «porque no quiero oír los llantos, a través de los grises muros, no se oye otra cosa que el llanto». El tiempo no se detiene, la vida sigue su curso y no nos queda más que aceptarlo. Aunque nos pongamos tapones en los oídos, seguramente sigamos oyendo su traqueteo, el flujo infinito a nuestro alrededor, llamándonos a participar. Es verano y sueño con las vacaciones.