Suplantación imperial

Conforme sucedía la puesta en escena del encuentro entre Zelenski y Trump, con ese griterío de los elegidos periodistas que autoriza la Casa Blanca para estar presentes, la pregunta se hacía insoportable de tapar, ¿pero esto qué es? En el mismo escenario en el que hace unos meses le montaron una sesión de terapia de choque, en esta ocasión todo eran sonrisas y agradecimientos. Además, pronto quedó demostrado que todo estaba guionizado porque las preguntas se fueron desviando del asunto que parecía central para ponerle en bandeja temas que sirvieran para dar titulares de consumo interno de gran calado, como que iba a suprimir el voto por correo porque, según el emperador, el voto por correo es corrupción. Y de paso soltó toda la retahíla de improperios descalificadores contra su antecesor, Joe Biden.

Así que, en este contexto, en esta situación tan claramente definida, la aparición de media docena de presidentes de instituciones y países europeos arropando a Zelenski era un acto de gloriosa suplantación imperial de la representatividad internacional. En una dependencia de la Casa Blanca se intentaba dejar manifiesto a los presentes y al mundo quién era el dueño, quiénes los empleados y quién el elemento de disputa menor. Los máximos mandatarios eran los testigos de cargo del acto más demoledor sobre el cambio radical del equilibrio internacional multilateral. Donald Trump es el emperador global, o al menos de los países de la órbita neoliberal presididos por personas blancas. Es uno de los ataques más directos a lo que es la ONU. Los cómplices, ¿a quién representan?