AUG. 30 2025 EDITORIALA La presión empresarial tras los accidentes laborales Ayer los sindicatos -LAB, ESK, Steilas, EHNE-Etxalde e Hiru, por un lado, y ELA, por otro- se concentraron en Nafarroa para denunciar la muerte de un transportista en Erriberri el pasado miércoles. Con él ya son catorce los conductores que han muerto en lo que va de año en Hego Euskal Herria, tantos como los que fallecieron en accidentes durante todo el año pasado. Una proporción de un transportista cada diecisiete días muestra la enorme dimensión de la tragedia que se vive en las carreteras y que merece una reflexión sobre las condiciones de trabajo en el sector del transporte. Los sindicatos hicieron hincapié en la creciente presión que soportan los transportistas. La urgencia les obliga a trabajar a deshoras: el accidente de Erriberri fue a las cuatro de la mañana, lo mismo que el siniestro de marzo en Fitero en el que murieron cuatro camioneros. Además, muchas empresas imponen a los conductores trabajos de carga y descarga que no les corresponden. Al cansancio se suman las exiguas tarifas que cobran por los portes, lo que les empujan a llevar una carga que siempre está en el límite, multiplicando el riesgo de que un accidente tenga un desenlace fatal. Todo ello conforma un cóctel mortal para las personas que trabajan en la carretera. Una presión empresarial que no es privativa del sector del transporte. El jueves murió de un infarto un trabajador de Volkswagen Navarra, un accidente de trabajo que los sindicatos relacionan con un ritmo excesivo, a causa de la constante presión de la empresa para reducir costes y ampliar beneficios. La presión y el estrés se va acumulando en el cuerpo de los trabajadores hasta que quiebran. El cumplimiento de la normativa de salud y seguridad en el trabajo es fundamental para evitar los accidentes laborales, pero cada vez está más claro que hace falta algo más que el cumplimiento de las obligaciones formales. Las crecientes exigencias empresariales, la precariedad y el estrés conforman un ambiente de trabajo cada vez más nocivo en el que los trabajadores bordean constantemente el peligro. La presión por aumentar los beneficios se llama accidente laboral.