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AZKEN PUNTUA

Fogueo


Con la sangre de François Bayrou brotando aún en el Parlamento y las calles incendiadas en protestas, era nombrado primer ministro a sus 39 años el ministro de Defensa Sébastien Lecornu, que en un año ha pasado de detentar un máster de derecho público por la universidad de Panthéon-Assas a admitir solo “estudios de derecho”. De licenciaturas y honestidad igual no va sobrado, pero lo que es desfachatez tiene un arsenal tras saltar al barco de Macron abandonando el de su padrino Sarkozy, quien, según las malas lenguas, le llamaba le cornichon, el pepinillo, que aplicado a personas se traduce algo así como el memo. Por ello, es curioso que en plena crisis, con medio país tras las barricadas, con un índice de popularidad más bajo que el de Bayrou, la primera persona con la que haya departido Lecornu nada más obtener su nuevo cargo haya sido Sarkozy, un tipo condenado por corrupción, tráfico de influencias y violación de secreto profesional al que el exministro de la guerra habría ido a besarle allí donde hasta hace poco el ex jefe de Estado llevaba una tobillera electrónica. Un consejero de Macron habría explicado a la prensa conservadora que, en estos tiempos de inestabilidad, Lecornu es el último cartucho del presidente. Si es así, casi mejor para él que sea de fogueo.