SEP. 22 2025 AZKEN PUNTUA Mezclar Iñaki LEKUONA Profesor {{^data.noClicksRemaining}} To read this article sign up for free or subscribe Already registered or subscribed? Sign in SIGN UP TO READ {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} You have run out of clicks Subscribe {{/data.noClicksRemaining}} Emmanuel Macron vivirá hoy una mezcla de gloria y desprecio en la tribuna de Naciones Unidas, desde la que anunciará el reconocimiento oficial de Francia hacia un Estado palestino que difícilmente podrá existir algún día, porque apenas le va a quedar ya ni habitantes ni territorio en el que habitar. Y mientras suelta un discurso sin duda tan rotundo como vacío, fuera del edificio decenas de banderas seguirán ondeando ajenas al artificio de un presidente cuyo ministro de Interior ha ordenado ilegalizar el despliegue del pabellón palestino en las fachadas de ayuntamientos como el de Maule, cuyo alcalde, Louis Labadot, se ha visto obligado a retirarlo. «Son refugiados en su propia tierra», se indignó hace ahora poco más de dos años durante el hermanamiento de la capital suletina con el campo de refugiados de Balata. Su indignación ahora es otra, aunque no se sabe si este simpático comunista, jacobino y no muy amigo de lo vasco se habrá dado cuenta de que el Estado israelí coge lo que no es suyo porque los grandes Estados nación como el francés hicieron lo propio en su día y nadie, él tampoco, se lo ha reprochado nunca. Pero es lo que tiene la responsabilidad, que nos cuesta reconocer la propia. Como Mikel Jauregi y su «CAF hace trenes, no bombas». Perdón; ya estamos mezclando cosas que no se deben mezclar.