OCT. 07 2025 GAURKOA Saturno devora a los pueblos {{^data.noClicksRemaining}} To read this article sign up for free or subscribe Already registered or subscribed? Sign in SIGN UP TO READ {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} You have run out of clicks Subscribe {{/data.noClicksRemaining}} En agosto de 2024 publiqué en este medio un artículo titulado “Endofagia Alavesa”. Mucho me temo que la situación que motivó aquel escrito, no solo no han desaparecido, sino que ha empeorado. La situación de desordenación consciente del territorio persiste, y la dilatación de la aprobación de la normativa que evite el expolio actual de las energéticas sobre el territorio es una evidencia. Pero es que, además, a pesar del esfuerzo de la sociedad civil por hacerse oír, como una muestra más de la tiranía de los tiempos que vivimos, esta está siendo ignorada por una administración despótica y un panorama mediático muy preocupante. Sin olvidar a todos aquellos que, conscientemente o no, hacen aterradoramente real al Saturno alavés: aquel que ignora y devora su propia identidad. Las Juntas Generales de Álava son el máximo órgano de gobierno de este territorio histórico. Sin embargo, un desequilibrio estructural en su sistema de representación está generando una brecha creciente entre la capital y el mundo rural, una fractura que se hace especialmente visible en debates cruciales para el futuro del territorio, como es la implantación de macro-proyectos energéticos. Estamos ante una arquitectura de un desequilibrio territorial que ha normalizado que se devore impunemente a los municipios rurales. La verdad incómoda que nadie parece querer abordar nos muestra que el sistema electoral para las Juntas Generales de Álava no se basa en un criterio de igualdad entre Cuadrillas y la búsqueda de una representación justa de nuestras realidades comarcales, sino que está diseñado para sobre-representar a la capital, ninguneando a Añana, Aiara, Kanpezu-Mendialdea, Laguardia-Errioxar Araba, Agurain o Gorbeialdea. Este modelo ha derivado, pues, en una distorsión de la representación de la Araba rural, que nos deja vendidos ante Saturno. Vitoria-Gasteiz, con una población de aproximadamente el 76% de la población alavesa, elige a 39 procuradores de 51. El resto de procuradores son para el resto de Araba. La Araba urbana, urbanita y cada vez más alejada de su alma rural, decide por los pueblos. La clave está, pues, en la distribución interna del territorio, y en a quién representan en realidad los partidos en las JJGG. El resultado es que, para formar cualquier mayoría en las Juntas Generales, los partidos políticos necesitan inevitablemente el apoyo de los votos de la circunscripción de Vitoria-Gasteiz. Esto convierte a la capital en el eje central de cualquier negociación política y, en la práctica, condiciona la agenda y las prioridades de la institución foral hacia los intereses, la perspectiva urbana, y se podría decir que hacia la agenda que nada tiene que ver con los intereses del resto de Araba. Esta dinámica se ha hecho dolorosamente evidente en el caso dramático que nos afecta a todas las cuadrillas: los Macro-Proyectos Energéticos y el descontrol en su implantación. Somos, pues, presa fácil de Saturno. Afrontamos un rosario de toma de decisiones desconectadas de nuestras comunidades. Las decisiones sobre la ubicación, la densidad y la compensación de estos proyectos se toman en Gasteiz. Para una mayoría de procuradores cuya base electoral es urbana, la instalación de un parque eólico en una sierra o unas macro-plantas fotovoltaica en tierras de cultivo se ve con distancia, ignorancia e incluso desprecio. Se apela a un mantra supuestamente verde, al miedo económico de una clase media, permanentemente en estado de shock, y a las «bondades» de las fuentes de ingresos forales..., mientras se prepara el territorio para el gran negocio expoliador que coarta la participación rural y niega un proceso de transición energética democrático. La afección directa al paisaje, la biodiversidad, la actividad agro-ganadera y la propia cohesión social de los pequeños municipios son ignorados. Con la imposición, Saturno devora el diálogo, la participación y la confianza de la gente en el tejido institucional. Los pueblos afectados tienen ya encima un proceso de implantación que se siente como una imposición. No se les consulta en la fase de planificación, sino que se les informa de proyectos ya diseñados y con un marco normativo que permite a las empresas, literalmente, asaltar el territorio. La lógica política que domina las Juntas, centrada en Vitoria-Gasteiz y con un servilismo hacia otras provincias más pobladas y políticamente influyentes, no prioriza con la misma intensidad la búsqueda de un consenso profundo con el mundo rural. En los movimientos sociales de la Araba rural, causa alarma reunirse con representantes de Araba que no saben nada de su teórico territorio, pues en realidad son nuevos vitorianos venidos de otros herrialdes. Se evidencia una sensación de «colonización energética». Sí, es un término duro pero recurrente en los pueblos, y que refleja una percepción muy real en Araba. Percepción de un sistema que permite que el territorio esté siendo devorado por Saturno, normalizando el desequilibrio territorial y sin que el modelo de desarrollo que se implante tenga en cuenta nuestro propio futuro. Un Sistema donde Araba pasa a ser tierra de sacrificio. Sirvan estas líneas para poner sobre la mesa el agravio que se está cometiendo y la peligrosidad del mismo. Mucho me temo que o se quita a Saturno la influencia desproporcionada en la política que afecta a todo el territorio, o Araba será devorada poco a poco. Exijamos justicia para Araba y abramos una reflexión serena sobre la equidad del modelo electoral foral para el siglo XXI, buscando un equilibrio que evite que la voz de la capital ahogue sistemáticamente las legítimas demandas de los pueblos. Álava es mucho más que Vitoria-Gasteiz. Su fuerza y su identidad residen en la diversidad de sus paisajes y sus gentes. Para preservarla es urgente que las Juntas Generales, su casa común, encuentre la forma de que todas las voces, especialmente las de los pueblos, se escuchen por igual. El futuro energético y social del territorio depende de ello. Empecemos por una ordenación del territorio democrática y por el respeto a la voz y la decisión de las comunidades rurales. Antes de que Saturno nos devore.