NOV. 01 2025 AZKEN PUNTUA El encanto de robar a los ricos Amparo LASHERAS Periodista {{^data.noClicksRemaining}} To read this article sign up for free or subscribe Already registered or subscribed? Sign in SIGN UP TO READ {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} You have run out of clicks Subscribe {{/data.noClicksRemaining}} Un reconocido escritor escribió la semana pasada un artículo en el que explicaba, con buenas razones de clase, su simpatía por el robo que tuvo lugar el 19 de octubre en el Museo del Louvre. Al leer la columna, me sentí identificada y aliviada. Siento lo mismo y es algo tan incorrecto para la moral bienpensante que nunca nos atrevemos a decirlo en voz alta. La empatía por la aventura y el encanto de robar a los ricos y, de forma poco ortodoxa, contribuir así a la distribución de la riqueza, la siento desde que siendo una adolescente vi “Topkapi” (1964), una película sobre el espectacular robo de una valiosa joya perteneciente a un sultán turco. Me gustó por su imaginación y porque la historia estuvo protagonizada por la actriz griega Melina Mercuri, entonces una relevante activista antifascista. Aunque la Policía francesa dice tener cinco sospechosos, el tesoro del Louvre, valorado en 88 millones de euros, continúa desaparecido. Según expertos, algunas piezas se desmontarán y otras no. Pero al igual que las pinturas robadas, todas se venderán en un mercado negro muy selecto y anónimo, al que solo acceden quienes puedan pagar cifras astronómicas por ellas. Es decir, los más caprichosos de las élites económicas y de esa corrupción política que nunca se sabe dónde mete el dinero robado.