NOV. 15 2025 EDITORIALA Estrategias para competir sin perder el arraigo {{^data.noClicksRemaining}} To read this article sign up for free or subscribe Already registered or subscribed? Sign in SIGN UP TO READ {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} You have run out of clicks Subscribe {{/data.noClicksRemaining}} Revisar los tópicos con los que una sociedad construye la imagen de su propio país -o de su economía, en este caso- es un ejercicio saludable y, a menudo, sorprendente. Por ejemplo, en contra de lo que sugiere el estereotipo, el peso del sector industrial es mayor en la economía navarra que en la del conjunto de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Todavía más contraintuitivo puede resultar conocer que en el norte del país hay una industria potente, en la que destaca sobre todo el sector aeronáutico, con 80 empresas especializadas y más de 3.500 empleos de alta cualificación. Solo en Zuberoa, con una población de 13.000 habitantes, el sector emplea a mil personas, una de cada trece. La aeronáutica no se libra de los vaivenes de la economía global. Más bien al contrario. Se trata de un sector muy competitivo, con un grado de especialización enorme, en el que la innovación y las inversiones son constantes y de montos estratosféricos. Al mismo tiempo, es un sector con una gran dosis de trabajo manual, prácticamente artesanal, en el que el saber hacer y la experiencia tienen un peso específico mayor que en otros sectores. Estos dos elementos se combinan en una realidad compleja que obliga, por un lado, a saltar de escala constantemente, en busca de las inversiones que permitan cumplir con las exigencias de gigantes como Airbus, y por otro, a mimar modos de hacer anclados al territorio que se acercan más a los de un taller que a los de una gran cadena de montaje. En este equilibrio, el centralismo francés, que ata de pies y manos la capacidad de intervención de las instituciones locales y regionales, es una losa añadida. De hecho, una de las empresas de referencia en Ipar Euskal Herria, Lauak, ha anunciado recientemente que venderá el 51% de sus acciones al conglomerado indio Wipro. Sus responsables lo explican de modo lacónico, asegurando que es mejor elegir quién te come, pero es difícil no sentirlo como una pérdida para el país. Quizá sea inevitable para sobrevivir en la actualidad, pero debiera al menos servir para reflexionar sobre las estrategias que eviten el desarraigo de industrias potentes y bien ensambladas en el tejido local.