NOV. 22 2025 GENOCIDIO EN GAZA ¿Busca Israel resucitar la guerra a cualquier precio? En los últimos días, el Ejército israelí ha intensificado sus operaciones en Líbano, en una flagrante violación del alto el fuego. Lejos de los términos del acuerdo, Tel Aviv parece decidido a borrar del mapa al «Partido de Dios» e imponer por la fuerza negociaciones directas con Beirut. Unas líneas rojas consideradas inaceptables por una gran parte de la población. Un bombardeo israelí en el sur del Líbano, el 10 de noviembre de 2025. (Laurent PERPIGNA IBAN) Laurent PERPIGNA IBAN {{^data.noClicksRemaining}} To read this article sign up for free or subscribe Already registered or subscribed? Sign in SIGN UP TO READ {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} You have run out of clicks Subscribe {{/data.noClicksRemaining}} Está Líbano dispuesto a arriesgar otras 10.000 vidas solo porque no está dispuesto a aceptar una conversación con Israel?». En el país del Cedro, estas declaraciones de Tom Barrack, enviado especial estadounidense para Líbano y Siria, han provocado verdadera indignación. Y con razón: mientras el Ejército israelí continúa ocupando varias posiciones en el sur de Líbano y bombardeando casi a diario el territorio, las instrucciones estadounidenses destinadas a imponer un diálogo son recibidas con profundo malestar. El momento es particularmente inoportuno, dos semanas después de una incursión de soldados israelíes en Blida, en el sur del país. En la noche del 30 de octubre, penetraron en un edificio municipal y mataron a un empleado comunal. El episodio desató la furia del presidente Joseph Aoun, quien -por primera vez desde el 7 de octubre de 2023- ordenó a sus tropas «confrontar cualquier incursión israelí». Una directiva ampliamente celebrada en el país, incluso dentro de las filas de Hizbullah: el secretario general del partido, Naïm Kassem, exhortó de inmediato al Gobierno a apoyar al Ejército en la defensa del territorio, gesto percibido como una posible apertura hacia un alineamiento del partido tras el Estado. Pocos días antes, fueron los soldados de la Fuerza Interina de la ONU en Líbano (FINUL) quienes, hecho excepcional, derribaron un dron israelí cerca de Kfar Kila, tras un vuelo considerado agresivo de una de sus patrullas. ¿RECONSTRUCCIÓN DE HIZBULLAH? Esta escalada, marcada por ataques casi cotidianos en el sur y en el Bekaa, es justificada por Tel Aviv por una supuesta regeneración de las capacidades militares de Hizbullah. Al menos, eso es lo que afirman -de manera vaga- los servicios de inteligencia israelíes. Acusaciones que, además de ser firmemente desmentidas por el Ejército libanés, chocan con un contexto internacional poco favorable a tal dinámica: con la caída del régimen de Bashar al-Assad, las rutas de aprovisionamiento militar y financiero del «Partido de Dios» se han visto considerablemente reducidas, aunque no totalmente interrumpidas, según fuentes sirias. Resulta difícil imaginar que Hizbullah -cuyo arsenal aseguraban los mismos servicios israelíes haber destruido en un 80% hace un año- haya podido reconstruirse tan rápido. Todo indica que la intensificación de las operaciones israelíes obedece más bien a la voluntad de preparar a la opinión pública para una nueva guerra en suelo libanés. Frente a ello, Hizbullah afirma estar preparado para una nueva confrontación con Israel. Algunos de sus dirigentes han llegado a declarar que su rama militar habría recuperado la fuerza que tenía antes de septiembre de 2024, afirmaciones que también es legítimo poner en duda. Acorralado y poco dispuesto a reanudar la batalla, el partido camina sobre la cuerda floja: si se muestra demasiado vulnerable o debilitado, se expone a una presión -incluso interna- para un desarme que rechaza categóricamente. Pero si se muestra demasiado amenazante, los israelíes podrían decidir lanzar una operación de gran envergadura sin que se haya llegado a disparar un solo cohete desde el lado libanés. EL SUR DEL PAÍS FRENTE A SU DESTINO Del lado de las fuerzas de Naciones Unidas, los contingentes desplegados -en particular los serbios, franceses y españoles- han intensificado sus patrullas, tanto de día como de noche. «Nuestra misión es acompañar al Ejército libanés para que recupere el control. Los israelíes, por su parte, bombardean mucho, pero principalmente escondites de armas. En cualquier caso, a lo largo de la Línea Azul, la mayoría de los pueblos están completamente destruidos», señala un comandante de la fuerza de la ONU. Un hecho incontestable: a lo largo del muro de separación construido por Israel, las localidades de mayoría chií están reducidas a escombros, bajo el sobrevuelo constante de drones. Un escenario que hace imposible cualquier regreso. El pueblo de Wazzani, de mayoría suní y situado a un centenar de metros de Ghajar -territorio sirio ocupado por Israel desde 1967-, en cambio, vuelve poco a poco a la vida. Abu Mohamed, de 47 años, reconstruye su casa bombardeada bajo la mirada de los soldados libaneses: «Claro que mantengo la esperanza; no tengo otra opción. Esta es nuestra tierra: si la abandonamos, será tomada por el enemigo y perdida para siempre», afirma. Porque, para muchos libaneses, el espectro de una ocupación indefinida de sus territorios sigue siendo una amenaza muy real. Y cuesta contradecirlos. Recientemente, en Yaroun, Israel ha levantado un muro de hormigón cuya sección supera la Línea Azul y entra en territorio libanés. Según la FINUL, la estructura priva a los habitantes de más de 4.000 m² y constituye una violación de la resolución 1701. ¿QUÉ NEGOCIACIONES CABEN EN ESTE CONTEXTO? Sin embargo, Tel Aviv, lejos de los términos del alto el fuego -que, recordemos, se basaba en la retirada del armamento de Hizbullah del sur de Líbano-, pretende imponer su propia partitura, a sangre y fuego. «Los israelíes parecen hacer todo lo posible para que sus condiciones resulten inaceptables y sumir al país en la guerra», indica un ex general libanés retirado. «Primero se trataba de la retirada de Hizbullah del sur del Líbano, un proceso en el que el partido había cooperado. Después, se habló de su desarme y ahora de negociaciones directas con el Estado libanés, con la idea de una normalización al final del camino. Y siempre bajo el mismo chantaje: si sus exigencias y caprichos no son satisfechos, los bombardeos se intensificarán. Ser optimista en este contexto es pura inconsciencia.» Esta idea de una normalización -que se parecería mucho a una capitulación libanesa, y no solo por parte de la resistencia-, defendida por Estados Unidos, coloca al país y a su población entre el desconcierto y la ira. En efecto, en un contexto de guerra genocida en Gaza y mientras Líbano no ha logrado salir aún de la espiral bélica israelí, la sola idea de abrir un canal de diálogo con Tel Aviv provoca intensas tensiones, al ser considerada inaceptable por una parte importante de la población. Tras el alto el fuego en Gaza, el presidente Joseph Aoun se había mostrado, sin embargo, dispuesto a unas negociaciones con Israel, siguiendo el modelo de las llevadas a cabo en 2022 sobre la demarcación marítima, es decir, indirectas y bajo mediación estadounidense y de la ONU. Una fórmula que evitaría un reconocimiento implícito del Estado de Israel. Del lado estadounidense, las exigencias no son las mismas, pues Washington se muestra cada vez más insistente en el establecimiento de un diálogo bilateral abierto. Una posición que el Gobierno libanés, apoyado por gran parte de la clase política, sigue rechazando. Y que, si llegara a ser aceptada por el nuevo gobierno, podría tener graves consecuencias para la estabilidad del país del Cedro. Para el investigador libanés Karim Bitar, el estancamiento es total. «Recordemos que, sobre la cuestión de su arsenal, Hizbullah está decidido a mantener su postura. Ha escuchado alto y claro las declaraciones del enviado estadounidense Tom Barrack, quien reconoció de manera muy franca que Estados Unidos no podía garantizar que Israel respetara el acuerdo de cese de hostilidades, y que no estaba dispuesto a utilizar su influencia sobre Israel para lograr su retirada de las cinco colinas que dominan la mayoría de los pueblos del sur del Líbano. Entonces, cuando un enviado estadounidense admite que Hizbullah no tiene ningún interés en entregar sus armas, ¿cabe sorprenderse de que el secretario general del movimiento se niegue a jugar el juego?», pregunta. Bajo estas condiciones, ¿está condenado Líbano a ser arrastrado nuevamente por las ambiciones bélicas de Israel? Sin una presión internacional sobre Tel Aviv particularmente firme, todo parece indicarlo. Y muchos temen que, tras la visita del Papa, el país entre en una fase de tensión aún mayor. Tel Aviv, lejos de los términos del alto el fuego, pretende imponer su propia partitura, a sangre y fuego Para muchos libaneses, el espectro de una ocupación indefinida de sus territorios sigue siendo una amenaza muy real. Y cuesta contradecirlos