DEC. 01 2025 PRIMERA VÍCTIMA TRAS LA MUERTE DE FRANCO López de Gereñu, primer muerto con Juan Carlos I Una ráfaga de metralleta disparada por la Guardia Civil acabó con la vida del joven de 18 años Koldo López de Gereñu el 2 de diciembre de 1975. No habían pasado ni dos semanas de la muerte de Franco. Esta es la historia. Koldo López de Gereñu tenía solo 18 años. (EUSKAL MEMORIA FUNTSA) Iñaki EGAÑA {{^data.noClicksRemaining}} To read this article sign up for free or subscribe Already registered or subscribed? Sign in SIGN UP TO READ {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} You have run out of clicks Subscribe {{/data.noClicksRemaining}} El 2 de diciembre de 1975 aún resonaba el eco de la muerte del dictador, cuyas exequias se habían convertido en una historia interminable. Todavía ese día, ni dos semanas después del fallecimiento de Franco, los diarios españoles abrían portada con una carta de Carmen Polo, viuda de Franco, agradeciendo «a todos los españoles, oraciones, palabras de aliento, flores, demostraciones de afecto...». La Real Casa de la Moneda y Timbre anunciaba la emisión urgente de sellos con la efigie del monarca, Juan Carlos I, sustituyendo a la clásica del tirano. Generales militares y guardia civiles consumaban el enésimo homenaje al finado, esta vez en Cuelgamuros (Valle de los Caídos en la narrativa franquista), donde había sido sepultado bajo una losa de tonelada y media. Cumplida la ofrenda, los mandos militares se retiraron a sus acantonamientos, mientras a 425 kilómetros del lugar, en el barrio Matxinbenta de Beasain, aunque más cercano a Azpeitia que al casco urbano beasaindarra, sus agentes daban el alto a tiros a tres jóvenes desarmados que, en medio de la oscuridad, echaron a correr, escapando del caserío Endrio, donde iban a cenar. Se oyó el sonido del traqueteo de una metralleta disparada por la Guardia Civil. Luego silencio y los agentes retornaron al cuartel. Pasadas unas horas, la Guardia Civil volvió al lugar y encontró el cuerpo sin vida de Koldo López de Gereñu, un muchacho de 18 años natural de Beasain. La primera víctima mortal del reinado de Juan Carlos I. Beasain era un punto caliente dentro de la actividad policial, en gran medida por el atraco el año anterior en las instalaciones de la CAF, donde un comando de ETA se había llevado un botín de 14 millones de pesetas, provocando la mayor persecución en época moderna a sus autores: 1.800 guardias civiles se concentraron en Beasain, que poseía un pequeño cuartel, señalado por cierto, junto a otras localidades vascas, como punto álgido en las torturas a detenidos. GOIERRI, EN EL OJO DEL HURACÁN Beasain, asimismo, localidad en la que en 1936 había vencido el Frente Popular, que formaba parte de la simbología resistente vasca, con sus huelgas obreras en las décadas de 1960, el destino de Txabi Etxebarrieta antes de ser ejecutado en Olarrain, la actividad de Eustakio Mendizabal en la zona, junto a sus huidas... Todo ello conformaba la referencia oficiosa del Goierri como la cantera de ETA, a decir de los medios españoles de entonces. Una afirmación que el tiempo desmontó, vista la procedencia de la mayoría de la militancia de la organización vasca. Esas circunstancias justificaban ante el régimen la presencia exhaustiva de la Guardia Civil, tanto de uniforme como sin él. Una semana después de la muerte de Koldo López de Gereñu, dos individuos de paisano se acercaron a un vehículo aparcado en el muelle de la estación de Beasain en el que se encontraba una pareja, él de Amezketa y residente en Alegi, ella de Zaldibia. Según se iban acercando al «sospechoso» vehículo aparcado en la oscuridad, el conductor puso el coche en marcha. Inmediatamente, los dos individuos, que resultaron ser guardias civiles, dispararon al vehículo provocando la muerte de Kepa Tolosa Goikoetxea, obrero de 26 años, y heridas a su compañera. No se halló nada en el vehículo, jamás se abrió una investigación y el hecho quedó impune como tantas otras muertes ocurridas en controles e identificaciones. Kepa Tolosa fue la segunda víctima mortal de la restauración monárquica. Koldo López de Gereñu Otxoa de Aspuru nació en Beasain el 11 de febrero de 1957. Su familia era de origen alavés y llegó a Beasain en busca de trabajo poco antes del nacimiento de Koldo. Cuando su padre encontró un puesto en la empresa Indar, la familia se asentó en la calle Nabarro Larreategi, en las «casas de Indar». Koldo era el mayor de dos hermanos y, como tantos jóvenes vascos de la época, recogió y cultivó el sentimiento y la conciencia abertzale en la calle y en la cuadrilla. A los 14 años, dejó el colegio La Salle de Beasain para trasladarse al del mismo nombre de Zumarraga. En aquella época, los jóvenes solían acudir a las fiestas de los pueblos de la comarca o los domingos tanto a Zumarraga como a Tolosa. Koldo y su cuadrilla preferían Tolosa por su ambiente euskaldun y abertzale. En 1972, cuando iba a cumplir 16 años, Koldo mantuvo, junto a otros cuatro amigos, su primera reunión con el ordiziarra Juanra Aranburu Garmendia. Juanra ya era militante de ETA. La primera tarea estuvo ligada a la distribución de los panfletos y acciones de propaganda. Ya en octubre de 1974, la Guardia Civil los detuvo en un descampado anexo al centro de Beasain junto al vehículo en el que encontró restos de pintura tanto en sus manos como en la ropa. Koldo López de Gereñu, Jon Agirre, Xabier Goikoetxea y los hermanos Joxemiel y Joxemari Azurmendi, fueron trasladados a la comandancia de Donostia, torturados, luego al juzgado de Tolosa e ingresaron en la prisión en Martutene. Koldo, Joxemari y Xabier fueron puestos en libertad el 23 de noviembre. Joxemiel y Jon, el 2 de enero. En 1975, Koldo, estudiante, militaba en IASE (Ikasle Abertzale Sozialista Erakunde). Un año de gran actividad, en pleno estado de excepción y activismo contra los juicios sumarísimos a Garmendia y Otaegi y finalmente también a Txiki. Tras las ejecuciones del 27 de septiembre, las manifestaciones realizadas en Goierri fueron seguidas de redadas policiales. Los detenidos eran trasladados a Tolosa e interrogados y torturados por el capitán Jesús Muñecas. El 16 de noviembre, el arresto de dos vecinos de Beasain completaba una razia, también en diversas localidades de la comarca del Goierri, forzando a Koldo y otros compañeros a huir, tratando de evitar la detención. LOS HECHOS Ocultado en una txabola con Joxemari Azurmendi y con Ricardo Lasa, los tres supieron de la muerte de Franco aquel 20 de noviembre de 1975. Unos días después, el 2 de diciembre, divisaron un Land Rover de la Guardia Civil, lo que les inquietó hasta que el vehículo desapareció. Sobre las 18.30, pasado el susto, bajaron al caserío Endrio, propiedad de la familia de Lasa, con la intención de cenar. Media hora más tarde, sin embargo, el Land Rover volvió a aparecer, esta vez en las cercanías de Endrio. Koldo escapó el primero, cuando una ráfaga de metralleta disparada por uno de los agentes le alcanzó en el cuello. Luego salieron Lasa y Azurmendi que, en la oscuridad, echaron para el monte en direcciones opuestas. La Guardia Civil abandonó el lugar y Lasa volvió a Endrio, donde encontró a Koldo muerto. Avisó a un caserío cercano de lo sucedido y desapareció. Azurmendi, que había resultado herido en una pierna, siguió por el monte hasta que logró refugio. De madrugada, la Guardia Civil volvió al caserío esperando encontrarse con tres cadáveres. En cambio, Lasa y Azurmendi habían sobrevivido y, con el tiempo, lograron cruzar la muga hacia Ipar Euskal Herria. El cadáver de Koldo López de Gereñu fue trasladado a Beasain y el mismo médico que le atendió de niño certificó su muerte. Los tres jóvenes no portaban armas, el tipo de militancia en ETA-pm no lo exigía. La nota oficial, en cambio, señaló varias falsedades, entre ellas que se había producido un «intercambio de disparos en el que López de Guereñu resultó herido y fue trasladado rápidamente a un centro asistencial, ingresando cadáver». Según un informe interno de la Guardia Civil, referido a 1975, a las dos ramas de ETA se les intervino en Gipuzkoa 12 pistolas, munición y un rifle. Ninguna de esas armas en Beasain. El parte del cuerpo policial referido a la muerte de Koldo López de Gereñu no ofreció detalles, más allá de ahondar en la idea de un «enfrentamiento», pero en los días siguientes fue sumamente pormenorizado en cuanto a la celebración de los funerales y las huelgas estudiantiles que se produjeron para denunciar el hecho. Según el SIGC (Servicio de Información de la Guardia Civil), el 4 de diciembre se celebró el sepelio de Koldo, con una misa en la iglesia parroquial de Beasain a la que asistieron dos mil personas. En la homilía, el sacerdote dijo que «el decreto ley antiterrorista es una ley que castiga como delito lo que en otros países es completamente legal» y que «las detenciones y encarcelamientos de jóvenes provoca que tengan que manifestar sus inquietudes políticas y sociales en el 90% en la clandestinidad». Más allá de estas apreciaciones, el Gobierno Civil de Gipuzkoa recogió la noticia de paros y huelgas de los alumnos de EFP de Ordizia y los del INEM de Beasain, que la prolongaron por dos días, en «protesta por la muerte del activista». La prensa ocultó cualquier respuesta al crimen. El 3 de diciembre de 1975, ETA-pm reivindicó la militancia de Koldo López de Gereñu en un comunicado que fue reproducido en su integridad en el número 8 de su revista “Hautsi”, editada dos semanas más tarde: «Este es el primer crimen cometido en Euskadi tras el ascenso al poder de Juan Carlos y constituye una valiosa prueba de que nada ha cambiado en el Estado español. Juan Carlos representa la continuidad a todos los niveles (…) Koldo López de Gereñu es la primera víctima de las fuerzas represivas que operan hoy bajo el mandato de Juan Carlos, que sea también la última». Y fue notorio que no fue la última.