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FLORES PARA ANTONIO

Del cajón familiar a la pantalla


En una de las escenas de “Flores para Antonio”, Alba Flores, la hija de Antonio, dispara una frase que atraviesa la pantalla: «La sociedad te perdona todo menos la droga». No busca dramatizar, sino pinchar el globo del estigma. Es solo uno de los momentos en que el documental enseña los dientes y deja claro a qué juegan Elena Molina e Isaki Lacuesta: lejos del documental televisivo que se limita a homenajear al ídolo caído, apuestan por un relato emocional, casi confesional, donde la voz de Alba guía al espectador con la misma mezcla de dulzura y crudeza con que recuerda a su padre.

“Flores para Antonio” recorre la vida y la obra del músico Antonio Flores, de la mano de su hija, la actriz Alba Flores. El documental utiliza materiales muy diversos: vídeos caseros, fotografías, dibujos, grabaciones íntimas y de archivo, así como entrevistas a personas que conocieron a Antonio. Esta variedad de fuentes dota a la película de una riqueza visual y emocional que evita la simplificación del “héroe musical”.

La decisión de contar la historia a través de la propia hija aporta un ángulo doble: por un lado, el deseo de reconciliarse con una herencia familiar; por otro, la voluntad de dar voz pública a lo privado.

Es un trabajo honesto y sin miedo a las grietas. Un ejercicio de memoria emocional donde Alba ajusta cuentas con su propia historia y el público se asoma a lo que queda cuando se apaga el ruido: un legado hecho de música, heridas y vínculos.

Formalmente no es una propuesta especialmente rompedora y transita por algunos lugares comunes del género, pero en una época saturada de biopics musicales que exprimen la nostalgia como si no hubiera un mañana, esta obra destaca por algo tan simple y tan poco frecuente: su sinceridad.