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WICKED: PARTE II

Espectáculo deslumbrante, narrativa tambaleante


Si disfrutaron de la primera película, prepárense: encontrarán todo lo fascinante de ella, pero, desafortunadamente, también todos esos defectos que nunca se resolvieron. La secuela eleva la espectacularidad visual y emocional, pero sigue tambaleándose con un ritmo irregular y escenas que no terminan de convencer.

Arranca con Elphaba y Glinda distanciadas, pagando las consecuencias de sus decisiones. Mientras la multitud clama contra la Bruja Malvada, deberán unirse de nuevo; su amistad, puesta a prueba, será la clave.

Visualmente deslumbra de nuevo: escenarios de ensueño, vestuario de alta costura y una puesta en escena que no escatima grandiosidad. Erivo y Grande siguen siendo el corazón de la película, sosteniendo cada escena con carisma.

Pero no todo brilla: toda esta magnificencia se ve empañada por un ritmo irregular y un guion que, en ocasiones, flaquea. Curiosamente, a pesar de su generosa duración, la película parece querer contar demasiado en muy poco tiempo. Las canciones se alargan hasta poner a prueba la paciencia del espectador, mientras los momentos dramáticos carecen del peso que exige la historia. Además, algunos personajes secundarios, con escasa riqueza narrativa, quedan relegados a meros figurantes.

Incluso la lectura política, tan presente y mordaz en la primera parte a través de la historia de los animales, aquí se diluye casi por completo, dejando al filme sin parte de la profundidad que antes le daba cuerpo y relevancia.

Es una experiencia visual y musical grandiosa, y un deleite para los amantes de los musicales; para el resto puede ser una experiencia un tanto excesiva.