DEC. 08 2025 PLAYA DE LOBOS Desconfía de quien no conoces Gaizka IZAGIRRE HERNANI {{^data.noClicksRemaining}} To read this article sign up for free or subscribe Already registered or subscribed? Sign in SIGN UP TO READ {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} You have run out of clicks Subscribe {{/data.noClicksRemaining}} A primera vista, “Playa de Lobos” podría parecer un filme bastante corriente. Sin embargo, bajo esa apariencia anodina se oculta cierta extrañeza: una amalgama de suspense, intriga y momentos cómicos que se contraponen y generan una sensación de desequilibrio. La película se inicia con un tono trivial y casi anecdótico: Manu (Dani Rovira), que trabaja en un chiringuito de playa, ve perturbado su rutinario día de cierre por Klaus (Guillermo Francella), un turista que se niega obstinadamente a abandonar la última tumbona disponible. Lo que podría haber sido un choque cotidiano o una escena de humor ligero, pronto se transforma en un crescendo de tensión insidiosa. Manu comienza a sospechar que la presencia de Klaus no es mera casualidad, y la confrontación trivial se convierte en un juego de poder, sospechas y dilemas morales cargados de ambigüedad. A partir de esa premisa, Veiga intenta combinar comedia ligera con thriller psicológico, pero el resultado deja una sensación de desequilibrio un tanto extraña. La película depende casi exclusivamente de la química entre Rovira y Francella; Manu y Klaus son polos opuestos en casi todo, y esa tensión constante obliga al público a oscilar entre la simpatía y la antipatía, sin encontrar un punto de apoyo claro. Aunque las actuaciones logran mantenernos atentos y entretenidos, no ocultan los problemas de ritmo, estructura y tono. Los paisajes de Fuerteventura enriquecen la atmósfera, pero no salvan las deficiencias narrativas y tonales. Es un thriller psicológico entretenido, con chispas de comedia, pero que no termina de funcionar.