Simulacro de vida

Dice un profesor de Filosofía, encargado desde el Ministerio de realizar los currículos que actualmente se aplican para estudiar su materia, que cree que se ha perdido el control del proceso educativo y que en las aulas se imparte una especie de simulacro de lo que debería ser la enseñanza que ayude a formar a la ciudadanía del futuro.

Menudo panorama. Aunque probablemente sea una magnífica reflexión y una vía para entender ciertos comportamientos que se achacan a la juventud en esa supuesta y propiciada y muy publicitada de manera obsesiva conclusión que intenta instaurar que los jóvenes son todos de derechas, que no reniegan del maltrato y que piensan que sería bueno instaurar una dictadura en según qué condiciones. Sin entrar en estadísticas groseras, ni en fundamentalismos, debemos empezar por considerar que hay tantas maneras de entender la juventud como jóvenes y que, en Nueva York, donde el primero de enero tomará posesión un alcalde socialdemócrata y musulmán, que todos los estudios poselectorales aseguran que fue llevado en volandas por el voto joven. O sea, no hay una regla universal, hay tendenciosidad en encuestas y periodismo infectado.

Pero si el profesor intuye que se imparte un simulacro de enseñanza, yo estoy por asegurar que vivimos en un simulacro de vida. Porque el simulacro de democracia está contrastado y asumido, por lo que nos queda solamente como deseo comunitario para el año nuevo el cambiar de vida, que no sabemos exactamente a qué nos referimos, pero que señala fehacientemente que lo que vivimos no acaba de satisfacernos.